Revista del IEEM
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“La velocidad con la que los mercados cayeron fue la más rápida en la historia”

Nicolás Max

Director de Asset Management de Criteria

¿Qué impacto tuvo el COVID-19 sobre los mercados hasta el momento y qué proyecciones se pueden hacer a futuro?

Lo que vimos hasta ahora en los mercados de acciones globales está caracterizado por lo que normalmente se llama mercado bajista o bear market. No hay un mercado global relevante que haya escapado a soportar bajas mayores al 20 %, que es el límite a partir del cual a un mercado se lo denomina bajista. Es decir, un mercado con tendencia declinante y a la destrucción de valor.

Como ejemplos más relevantes, tenemos la bolsa de Estados Unidos, que a la fecha (18 de marzo de 2020) tuvo un 27 % de caída en lo que va del año, y más de 30 % desde su mejor momento, que ocurrió hace menos de un mes. La caída es de más de 35 % en el caso de las bolsas europeas y en casos como el de Brasil —la bolsa más grande de la región— cayó, en dólares, más de 50 % en lo que va del año. Lo que también se ha visto es un ensanchamiento de las sobretasas que pagan los emisores corporativos por sobre las tasas de los bonos del tesoro americano o, mejor dicho, de los bonos de alta calidad soberanos, tanto los bonos de grado de inversión, que prácticamente duplicaron el spread, como los bonos de alto rendimiento (por debajo del grado de inversión), que también han duplicado sus spreads anteriores, desde alrededor de 400 puntos a 800 en el caso de los bonos basura y de 100-120 puntos a más 250 en el caso de los bonos de grado de inversión.

Hemos visto, entonces, gran destrucción de valor en todo lo que tiene que ver con bonos y acciones, a la par que los instrumentos de refugio más típicos —como los bonos del tesoro americano, que en una primera etapa se revalorizaron mucho— han moderado parte de esas valorizaciones. Incluso el oro, que había llegado a arañar los USD 1600, se encuentra cerca de los USD 1500, o sea que tampoco ha funcionado por ahora como refugio de valor. Sucede lo mismo con monedas virtuales. La más representativa, el bitcoin, que hasta hace no mucho antes del coronavirus valía alrededor de USD 10 000, está operando en el rango de USD 5000-6000.

En resumen, lo que se ve es una destrucción de valor generalizada que viene dada por el parate económico violento que producirá esta situación a nivel global.

 

¿Cómo compararías la magnitud de esta crisis con la que vivimos en 2008-2009?

Si hablamos de magnitudes de caídas de precios en los mercados, en este caso la caída fue mucho más rápida y violenta que en 2008-2009, no en términos de magnitud, sino de rapidez. La velocidad con la que los mercados cayeron fue la más rápida en la historia, y eso incluye la crisis de 2008-2009.

En aquel momento, desde el punto de vista de la magnitud, las acciones cayeron un 57 % entre el pico y el menor valor. En este caso, estamos alrededor del 33-34 %, pero la situación todavía está desarrollándose, así que no son todavía magnitudes comparables.

Desde el punto de vista de la caída de la actividad económica, todavía es muy difícil establecer una comparación porque recién estamos entrando en el tobogán de la caída, no sabemos exactamente cuánto tiempo durará y con qué profundidad caerá. Es muy preliminar para establecer un paralelismo o una comparación de magnitudes.

 

¿Qué portafolios se ven más afectados?

Claramente los portafolios que contenían más instrumentos de riesgo son los más afectados en este caso: mercados de acciones, generalmente llamados instrumentos de renta variable, son los que más han sufrido. Esto es hablando de activos financieros estrictamente.

También hay activos físicos o commodities que han sufrido muchísimo. El caso más notable es el del petróleo, que ha bajado más de 60 % desde que empezó esta crisis. Carteras que tuvieran ese tipo de activos en su portafolio, no necesariamente petróleo directamente, sino también acciones de compañías que se dedican a la explotación petrolera o al negocio de la aviación, por ejemplo, han sufrido más que otras.

También se ven muy afectadas las acciones de compañías relacionadas con el entretenimiento y todo lo que tiene que ver con el consumo no esencial, que se paraliza en la medida en que las personas se quedan en sus casas. Es un freno de mano rotundo porque se ha dejado de consumir estos bienes y servicios de un día para el otro.

En lo que refiere a renta fija, lo que más se ve afectado son los bonos de baja calidad y los bonos de mercados emergentes, que dependiendo de la calidad del emisor, han sufrido en mayor o menor medida. Estos mercados también son presos de esta destrucción de valor y las preocupaciones que vienen por el estado de la economía global, sobre todo porque los países emergentes son productores de commodities, tanto productores de petróleo como de metales y, en menor medida, productos agropecuarios.

Por último, los bonos de alta calidad han sufrido mucho menos (por ejemplo: bonos garantizados por el gobierno norteamericano, como hipotecas). Es más, en algunos casos, como los bonos del Tesoro americano (sobre todo a corto plazo), se han valorizado incluso en este contexto porque son el refugio por excelencia.

 

¿Cuáles son las claves para mantener la confianza de los clientes en este contexto?

Lo más importante es haber hecho bien el trabajo previo. Eso significa, por un lado, mantener una cartera diversificada que tenga activos que en el caso de caídas fuertes se comporten de manera defensiva. Es decir, que protejan la cartera de este tipo de eventos. Esa es la primera condición para que el cliente no sufra daños tan grandes como para que se genere un quiebre de confianza en quienes administramos sus portafolios. Mucho tiene que ver con la educación previa que se haga con el cliente sobre la diversificación, el largo plazo y la planificación financiera en general. Todos estos factores, que llevan tiempo, van a ayudar a que el cliente enfrente mejor esta situación.

Y, mirando hacia adelante, lo importante es transmitir calma, no entrar en pánico, ni actuar de manera reactiva una vez que la situación está desenvolviéndose.  Sobre todo, es clave insistir en la mirada de largo plazo, que permite entender que —más allá de la volatilidad del corto plazo— los mercados eventualmente se recuperan y, si uno respeta los plazos de inversión, va a tener un retorno bastante aproximado al retorno objetivo que tuvo cuando se planteó en primera instancia la estrategia.

 

¿Se presentan nuevas oportunidades de inversión en momentos de crisis?

Los episodios de volatilidad muchas veces son oportunidades para ingresar al mercado, es decir, para comprar activos a precios atractivos, siempre y cuando uno pueda soportar la volatilidad de corto plazo. En general, la historia bursátil y de crisis financieras lo ha demostrado y esta vez no será diferente.

Cuando uno revisa la forma en que han manejado estas situaciones los gestores que se han hecho famosos a lo largo del tiempo por obtener muy buenos retornos para sus clientes, siempre se recalca la idea de tomar las crisis como oportunidades y tratar de no entrar en el pánico del comportamiento de manada, sino de mantener la mente fría para poder detectar dónde hay valor y cómo posicionarse para generar mejores retornos una vez que la situación se normalice.

 

¿Se puede estimar cuánto tiempo le llevará a las economías recuperarse?

Es una estimación difícil de hacer, pero hay antecedentes que pueden servir como referencia. Un ejemplo es la situación actual de China. Después de un parate importantísimo en su economía durante el primer trimestre, algunos números ya empiezan a reaccionar positivamente. Digamos que la economía cae, pero empieza a caer a una velocidad menor de la que cayó durante enero y febrero, cuando se paralizó la actividad.

Los casos activos de coronavirus en China están cayendo y la cantidad de casos nuevos se ha parado y eso se ve reflejado en la recuperación de algunos indicadores como, por ejemplo, el consumo de carbón, el tránsito de turistas, los niveles de atascamientos en las calles de las principales ciudades, etc. Todos esos indicadores, que son indicadores de alta frecuencia, porque muestran lo que va pasando en el día a día, se están recuperando y no veo por qué no sería el caso del resto de las economías cuando se logre disminuir la cantidad de casos activos de coronavirus. Ese será el momento en el que las economías empezarán a rebotar. No sabemos bien desde qué nivel, pero es lo que hay que monitorear para entender cuándo se empieza a recuperar la economía.

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