Revista del IEEM
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Mucha información, ¿es información?

¡Qué momento! Descubrimos que el mundo es chico. Y todo se contagia más rápido. Descubrimos que informar bien es generar valor. Y así somos más efectivos. Descubrimos que podemos tener miedo. Y entonces pudimos reconocer nuestras limitaciones. Descubrimos que hay que seguir trabajando y construyendo, porque hay mucho por delante. Descubrimos que nos hacemos más innovadores cuando hay urgencias. Y por eso es importante seguir estudiando.

Ante esta situación mundial, nos llenamos de información. ¿O de ruido? Esta columna pretende dar un punto de vista sobre nuestra natural manera de crear realidades en situaciones de dudas.

Una aclaración: muchas se vieron y verán impactadas por la situación sanitaria. Y, como consecuencia de ella, nos enfrentamos a una situación económica compleja. Me gustaría ofrecer algunos puntos de vista prácticos y posibles. A todos los impactados, mi solidaridad. A los que piensan que no lo están, piensen de nuevo. Ser impactados es el prólogo a la mejora y la innovación.

 

Nuestra tendencia a opinar

Con la proliferación del podio popular (las redes sociales), parece que todos tenemos que dar opinión. En general sobre información que recibimos de diversas fuentes. Inmediatamente comentamos y lo hacemos público: sin investigar, validar, ni evaluar el valor para otros. Lo hacemos desde nuestra necesidad de trascender.

Descubrimos que el mundo es chico. Y todo se contagia más rápido. Descubrimos que informar bien es generar valor.

Un empresario tiene la responsabilidad de trasmitir mensajes claros. Puede, y debe, opinar una vez que se educó correctamente, que investigó, que descubrió algo novedoso o que le parece que es relevante para sus clientes actuales o futuros. Una empresa que solo opina, sin lo anterior, no agrega valor.

 

Nuestra habilidad, o no, de enfocar en lo importante

La clave para navegar momentos de crisis. Tenga un plan. Informe a todos. Deje de lado todo lo que no sea esencial. Mantenga el equipo unido. Si tiene tiempo ocioso, revise todo lo que no podía hacer antes por “no tener tiempo”. Escriba los puntos de mejora. Vea y entienda las innovaciones que se hacen en el mercado, en su industria y en su competencia. Aprenda. Vuelva a revisar lo que se había planteado el año pasado y entienda los cambios tremendos de aceleración del mundo que vivimos.

El negocio siempre requiere disciplina. Parece que no es tan así cuando las cosas fluyen sin sorpresas. Y, justamente, si no nos entrenamos en esa disciplina, cuando hay momentos de dificultad, nos cuesta mucho enfocarnos. Claro. No tenemos esa gimnasia. En estas semanas de autoconducta, una buena planificación del día, al igual que las planificaciones mensuales y anuales son claves para enfocar en lo que importa.

 

Proyectarnos más allá de nuestros propios problemas

Es conocido que una planilla Excel todo lo acepta. Quizás mis resultados de ventas son muy malos. Y hoy es fácil encontrar culpables fuera de mi empresa. Pero ¿cuánto nos preparamos para esta situación? ¿Qué deberíamos haber hecho que mitigara lo actual? Por ejemplo, e-commerce, transformación digital, un equipo de trabajo orientado a los resultados y no solamente a marcar la tarjeta, facilidades a mis clientes para comunicarse cuando quieran y desde donde quieran, logística más sencilla. Acuerdos con la cadena de abastecimientos flexibles y digitalmente conectados.

La clave para navegar momentos de crisis: tenga un plan. Informe a todos. Deje de lado todo lo que no sea esencial. Mantenga el equipo unido

La recomendación: pedir ayuda externa. Esa mirada que, sin contaminación, puede ayudarnos a entender qué podemos mejorar. O en qué debemos enfocarnos. O con quién debiéramos compararnos. Nuestro set de datos tiene que poder ser desafiado. Muchas veces los empresarios nos basamos en nuestra propia manera de ver las cosas y no conocemos otra. Y quizá esa manera no logra medir con eficacia los desafíos de las nuevas realidades. Nuevamente, busque opinión y comparación con terceros.

 

Nuestra solidaridad

En el mundo en el que vivimos ¿cuál es la diferencia entre comprador y vendedor? ¡Ambos se necesitan! Si uno quiebra sus compromisos, su ética, su transparencia, su predictibilidad, su interacción, ese sistema deja de ser eficiente. Por ejemplo, yo puedo tener información sobre las ventas de un cliente. ¿La uso para subirle los precios o para ofrecerle mejores opciones de compra? Ese criterio, casi de ética de negocios, separa el buen uso del abuso de la información. Por supuesto que cualquier empresario tiene derechos de maximizar sus oportunidades. Sin embargo, todo parece apuntar a que nos movemos hacia un mundo en donde quien ayuda, tendrá más clientes fieles. En Uruguay, el 77 % de los celulares tienen conexión a Internet móvil. Y a través de ellos se puede acceder a toda la información del globo. Precios, costos, recomendaciones, versiones y cualquier otra información. Que educa al consumidor. Y lo hace más exigente. Ser solidarios con esa información es ser solidarios con nuestros clientes. Y eso paga.

El negocio siempre requiere disciplina. Parece que no es tan así cuando las cosas fluyen sin sorpresas. Y si no nos entrenamos en esa disciplina, cuando hay momentos de dificultad, nos cuesta mucho enfocarnos.

Claramente, estamos construyendo una nueva manera de hacer todo. Más digital, más empática, más sencilla, más global. Y, por lo tanto, mucho más informada. La utilización de lo digital hace que generemos datos que se pueden manipular adecuadamente para tomar mejores decisiones. Aquellos que estén preparados para insertarse en este contexto no solo podrán ofrecer mejor atención a sus clientes y equipos, sino que podrán construir sus próximas versiones utilizando esos datos y transformándolos en la información que un buen empresario precisa. La que no tiene ruidos.

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