Revista del IEEM
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Tres focos de acción que ayudan a crear empleo (y retenerlo)

En momentos en los que la tecnología, la competencia global, las diferentes necesidades de educación y el aumento de personas buscando trabajo se conjugan en una tormenta perfecta, hay tres acciones que han demostrado —en Uruguay y en muchos otros países— una opción para el crecimiento del trabajo y del valor de nuestra economía.

 

El emprendimiento

Tener una idea. Buscar un equipo que me ayude. Bajar una estrategia a planes posibles. Conseguir resultados iniciales para procurar inversión. Probar. Volver a intentarlo. Mejorar.

Los emprendedores conocen estas importantes acciones. Creen en sus sueños e ideas y luchan por conseguir los resultados. Se entrenan, conectan, equipan, viajan. En el mundo globalizado que vivimos muchas veces sus ideas son replicables en otros países y hacia ahí se expanden. Y siempre con el propósito de generar dinero, cada vez más integrados con los problemas sociales y ambientales e interactuando con otros emprendedores que, al igual que ellos, la están peleando.

Los emprendedores tienen hoy instituciones que los apoyan, dinero que los hace crecer, consultorías que les brindan ayuda.

Uruguay ha avanzado mucho en los últimos 15 años en este aspecto. Los emprendedores tienen hoy instituciones que los apoyan, dinero que los hace crecer, consultorías que les brindan ayuda. El parlamento está discutiendo una ley emprendedora que busca la creación más sencilla de empresas, un ámbito fiscal más amigable con las que fallan y un entorno que anima a más personas a invertir en estas empresas. Por ejemplo, en Inglaterra, las personas que invierten en emprendimientos obtienen una reducción en los impuestos que pagan. Se incentiva la inversión en emprendimientos. En Uruguay, la ANII tiene un programa de coinversión en el cual se une a privados duplicando su inversión.

Cuando un emprendimiento es exitoso genera trabajo. De todo tipo. Sería injusto mencionar aquellas empresas que consideramos que han tenido suceso. Porque, finalmente, lo que considero relevante es la actitud para tomar riesgos, juntar esfuerzo y buscar el éxito. Igualmente mencionemos un caso que todos conocemos: PedidosYa. Este emprendimiento uruguayo, con su idea potente y acertada ejecución, ha creado hoy mas de 200 empleos en Uruguay, que atienden clientes y procesos en todo América Latina. Pero, además, atrajo inversión extranjera, talentos que quieren sumarse, y se constituye como un ejemplo para otros nuevos emprendedores.

 

La inversión extranjera

Lo escuchamos de los líderes económicos del Gobierno. Precisamos inversión extranjera para seguir creciendo. En el contexto de esta nota, el foco es la generación de empleo. Y para que eso sea cierto, debemos trabajar en acercarnos a esa inversión extranjera, abrazarla como país e integrarla no solo con las cadenas de valor, sino también con el ambiente académico y de trabajo.

Por ejemplo, con la llegada de las plantas procesadoras de celulosa, el país recibió millones de dólares de inversión. Se generaron empleos en transporte, dirección industrial, personas que trabajan en el ámbito forestal, proveedores de insumos, etc. ¿Podemos hacer más? ¡Claro! ¿Qué sucedió con los famosos soldadores que había que importar? ¿Cuántos emprendedores se dedicaron a mejorar tecnologías y procesos para otras fábricas, dentro y fuera del Uruguay? ¿Qué pasará con la nueva planta que se anuncia de UPM sobre el Río Uruguay? ¿Podremos generar mano de obra uruguaya especializada en innovación industrial? Para consolidar la idea, observemos qué sucede con la generación eólica. Ahí Uruguay creó incentivos regulatorios tempranos, incentivó la inversión nacional y extranjera, y, a partir de eso, se crearon condiciones de competitividad regional que han generado trabajo. Desde empresas de ingeniería civil o de comunicación hasta emprendimientos de control ambiental, Uruguay exporta servicios a países como Argentina y está preparado para seguir creciendo hacia otros destinos.

El ejemplo que más nos llega, quizás por haber sido parte, es Tata Consultancy Services (TCS). Esta empresa, líder mundial en tercerización de procesos y servicios de tecnología, inició con unas 16 personas en 2002. Se relacionó con el Gobierno, con la academia, creó momentos de tensión con la industria local. Ahora, dieciséis años después, tiene más de 1200 empleados en Uruguay. Han pasado por la empresa unas 8000 personas y más de 50 emprendimientos que arrancaron con ex-TCS, que ahora emplean a cientos. Con la inversión inicial se sumó un dominó de valor que perdura en el tiempo.

 

La propiedad intelectual

¡Qué poco hablamos de esto en Uruguay! Según la Organización Mundial de Propiedad Intelectual se presentaron 64 patentes en 2007, y 109 en 2015. Si lo miramos como ratios, comparado con el PBI, es decir, nuestra capacidad de generar economía, Uruguay tiene un ratio de 92 patentes cada USD 100 billones del PBI en 2014, y 38 cada USD 100 billones de PBI en 2016. Argentina logró 141 en 2004 y 109 en 2016. Suiza, un país que solíamos comparar con Uruguay, 1695 patentes cada USD 100 billones de PBI en 2004 y 1841 en 2016.

La propiedad intelectual, nuestra capacidad de “empaquetar” una idea y venderla, es una señal de prosperidad.

Hay mucho para hacer. La propiedad intelectual, nuestra capacidad de “empaquetar” una idea y venderla, es una señal de prosperidad. Para lograrlo colaboran la academia, el Gobierno —que promueven el intercambio internacional—, nuestra atracción como país de buen vivir, los aspectos operativos para poder patentar una idea y el interés empresarial en utilizar esas habilidades y transformarlas en productos comerciales.

Cualquiera de estas tres acciones puede ser fomentada por un empresario. Generar condiciones para intraemprendimientos, abrir su capital a más inversiones y crear equipos motivados para que busquen ideas innovadoras, que a través de sus patentes protejan y generen valor. Si bien es importante el paraguas de las instituciones, mucho más importante nos parece la motivación de cada uno de nosotros por ser parte de alguna de estas acciones, entusiasmarnos con ellas y colaborar para que sucedan lo más rápido y sustentablemente posible.

Y así no solamente generaremos más trabajo de calidad, también atraeremos a ese talento mundial ávido de buenas experiencias.

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