Revista del IEEM
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Ikigai: la razón de ser

¿Estás dispuesto a distinguirte? ¿Cuánto te animás a expresar tu propia voz en cada rol que desempeñás? ¿Conocés realmente todo tu potencial?

Estas no son preguntas antojadizas. Son parte de la guía para conocer y reconocer el branding personal, esa marca que nos vuelve únicos, que nos posiciona en un mercado laboral cada vez más complejo y en el que nuestras aptitudes y fortalezas nos ayudarán a destacar y aumentarán nuestras posibilidades de cumplir nuestros objetivos, ya sea en un proceso de selección, en una promoción o hasta en una búsqueda de headhunting.

La marca personal es eso que somos y que nos diferencia del resto. Pero no es algo que solo o simplemente ocurre, es un atributo que muchas veces implica trabajar con uno mismo, observarse, analizarse y animarse a ver las debilidades y fortalezas de cada uno.

En ManpowerGroup reconocemos la importancia del personal branding, porque es, definitivamente, la huella que dejamos en los demás. ¿Cómo quiero ser recordado, qué impacto tiene mi trabajo, mi trato, mi rol dentro del equipo?

Nuestra marca personal es eso que dicen de nosotros cuando ya no estamos en la habitación, o cuando analizan nuestro trabajo. Es por lo que nos vuelven a llamar para un proyecto o por lo que nos recomiendan, tanto compañeros como líderes. Es el 100 % de nuestra personalidad, desde los atributos técnicos hasta las soft skills, tan escasas y necesarias en estos días.

 

Ser el diferente

Uno de los grandes analistas de la marca personal es Tom Peters, quien se anima a cuestionar cómo se llega a ser “el distinto” en su libro El meollo del branding. El autor resalta las palabras de los profesores de economía suecos, Kjell Nordström y Jonas Ridderstråle, cuando definen lo que es la sociedad del excedente.

Esta sociedad “posee un excedente de empresas similares, que emplean a personas similares, con estudios similares, que realizan trabajos similares, que tienen ideas similares y que producen cosas similares, con precios similares y calidades similares”.

¿Cuál es el inconveniente? Lo que vemos desde los Recursos Humanos es una llanura en la que no hay destacados, pero tampoco diversidad, ideas innovadoras, propuestas rupturistas o espacios para generar nuevos proyectos.

Y en esto las organizaciones deben hacer un mea culpa. Por lo menos así lo indica el danés Jesper Kunde, experto en Marketing, cuando dice que “las empresas han definido tan bien cuál es el mejor modo de hacer las cosas, que ahora todas ellas son más o menos idénticas”.

Sin embargo, mientras esto sucede, en las compañías no cesamos de hablar de diversidad e inclusión, de sumar puntos de vistas, de innovar. Entonces, ¿realmente queremos quedarnos con ese candidato que simplemente llena todos los casilleros pedidos? ¿O buscamos a ese que nos deja con la boca abierta por tener una idea “fuera de la caja”?

Por todo esto, las personas debemos saber cuál es nuestra historia, pero también contarla, transmitirla, y lograr que impregne nuestras acciones. En definitiva, cuando esto sucede, es que uno está completamente alineado con su ser, sus propósitos y sus valores. Tres componentes que son vitales para el desarrollo y la evolución de cada individuo. Si esto se logra, es posible hacer trascender a la marca personal más allá del ámbito laboral.

Para esto hay un concepto japonés que lo define: Ikigai. Esta palabra la exploran Héctor García y Francesc Miralles en el libro que justamente se titula así. Allí, detallan que en la cultura oriental todo el mundo tiene un ikigai, es decir, una razón de ser.

El detalle, indican los autores, es que algunas personas ya encontraron esa motivación y tienen en claro cómo desplegarla, mientras que otros aún no son conscientes, pero reconocen las ganas de seguir buscándola.

“El ikigai está escondido en nuestro interior y requiere una exploración paciente para llegar a lo más profundo de nuestro ser y encontrarlo. Según los naturales de Okinawa, la isla con mayor índice de centenarios en el mundo, el ikigai es la razón por la que nos levantamos por la mañana”, cuentan García y Miralles.

Y, en un mundo donde los propósitos se vuelven cada vez más necesarios —casi imperativos de tener—, que las empresas puedan contar con talentos que tienen en claro sus convicciones es un valor agregado que nadie debería desaprovechar.

En este sentido, las empresas deben reconocer cuáles son los colaboradores y candidatos que aportan este diferencial, porque sin dudas serán los que impulsen los cambios y pasos evolutivos dentro de las organizaciones. Y porque, en un mundo de similares, como mencioné antes, ser aquel que aporta lo distinto es hoy una ventaja competitiva que es esencial, tanto en el presente como en el futuro.

 

Brandings digital

Ya hablamos de que la marca personal es la huella que dejamos. Pero hoy tenemos que tener en cuenta que esta huella también acontece en el mundo digital, sobre todo en las redes sociales.

Y al buscar trabajo, el 79 % de las personas lo hace a través de las redes. El detalle, en este punto, es qué decimos en nuestros perfiles, porque todo lo que no digamos será un espacio que le dejemos a otros para hablar de nuestro trabajo. Y, aunque esto puede ser un recurso sumamente válido, para que esté bien aprovechado hay que tener un camino ya recorrido que sirva como base para este movimiento.

Es importante saber que la reputación digital no distingue entre lo personal y lo profesional, es nuestra imagen en Internet, nuestra reputación. ¿Cómo se construye esta marca personal digital? Con credibilidad y, sobre todo, coherencia entre lo que publicamos y lo que hacemos cada día.

Por último, al analizar cómo está compuesta nuestra marca personal, hay que ir punto por punto y responder con sinceridad: ¿A quién ayudo con lo que hago? ¿Cómo contribuyo a la sociedad? ¿Cuánto me motiva mi trabajo? ¿Qué valores puedo desarrollar? ¿Qué competencias son los que pongo en marcha en cada día laboral?

Definitivamente, un buen branding encierra una gran historia, implica entender quién es cada uno y cómo a partir de ese reconocerse esto mejora la comunicación y el desarrollo profesional.

Tal como dice Tom Peters: “Sea distinto, o extinto”.

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