Revista del IEEM
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“Durante estos 17 años mantuvimos la perseverancia y el compromiso con nuestro propósito”

Diego Ruete

Educador y chef, director de Petit Gourmet

¿Cómo decidiste fusionar tus roles como educador y chef?

En 1994 empecé mi trabajo como educador preescolar en diversos colegios de Montevideo y Maldonado. Mi inquietud por hacer cosas me llevó a estudiar cocina en el año 1998 y ahí comenzó, sin saberlo, una fusión que llega hasta hoy y a la que denomino “Educocina”.

Creo, desde mi trabajo con los niños y vivenciando las instancias de interacción con los alimentos en meriendas o almuerzos en instituciones educativas, que los niños estaban —y aún están— en desconexión con la naturaleza y con el origen de los que llamo “alimentos de verdad”: los que salen de la tierra, los que no tienen etiquetas y los cuales, lamentablemente, debido a la imponente ferocidad de los ultraprocesados, necesitan mucho marketing.

Así comienzan a surgir actividades educativas con la cocina como herramienta, pero no solamente para cumplir una función de reconexión, sino para desarrollar y capitalizar desde emociones hasta competencias en el ámbito neurológico, físico y social. Creo firmemente en el propósito de nuestro trabajo, creo que la Educocina es una herramienta saludable que vincula con la tierra, con la identidad, a través de una actividad vital y diaria como es alimentarnos.

 

¿Qué es la “Educocina” y cómo construiste tu marca personal en torno a esta temática?

Es una herramienta de transformación educativa a través de la cocina. Desde el punto de vista educativo, no hacemos más que presentarle a la familia y a las instituciones educativas una serie de herramientas y posibilidades para capitalizar una actividad que debemos cumplir al menos tres veces al día, una cantidad de beneficios que antes minimizamos y que hoy tienen consecuencias importantes en la salud de toda la sociedad.

Los números de obesidad y sobrepeso nos sitúan al tope de Sudamérica en adultos, y los niños de edad escolar rondan el 40 %. ¿Por qué, entonces, no aprovechar esta actividad para capitalizar no solo educación sino también salud e identidad, fomentando el consumo de frutas y verduras de estación, desperdicio cero y reciclaje, usando la huerta y la cocina como un camino y no como un fin?

«Demostramos cómo cocinar podía cambiar la forma de educar y empoderar a muchos niños a meterse en la cocina».

En 2006 comencé a realizar talleres en mi casa y desde ese momento empecé la construcción no solo del concepto Educocina, sino también de mi marca personal y de la marca de la empresa Petit Gourmet. El trabajo de hormiga en redes sociales siempre fue muy importante. Demostramos cómo una actividad subvaluada como cocinar podía llegar a cambiar la forma de educar y empoderar a muchos niños a meterse en la cocina. Contagiar ese entusiasmo a papá y mamá para que la cocina pase de ser un lugar peligroso a convertirse en una oportunidad de crecimiento, recreación, comunicación y amor, algo que es fundamental en la cocina.

Aprovechando lo atractivo de la actividad y la repercusión de nuestro trabajo en redes sociales comenzaron a aparecer las notas en revistas, radios, diarios. La televisión visibilizó nuestro trabajo, dando a conocer la propuesta masivamente. Siempre le di el sí a los medios de comunicación, sin importar el tamaño o el alcance, porque difundir nuestro trabajo es fundamental para poder seguir haciéndolo.

 

¿Cuáles son las claves para mantener una coherencia en la construcción de una marca personal?

Como Fellow de Ashoka me caracterizo por tener un fuerte compromiso social y apenas logramos asentar el trabajo de Petit Gourmet me puse a trabajar honorariamente con la escuela pública. Siempre consideré que nuestro trabajo debía llegar a todos y no solo a quienes pudieran pagarlo.

Así surgió “Educocina para todos”, un colectivo de cocineros, educadores, nutricionistas y afines, con quienes desarrollamos acciones en escuelas de todo el país. Al principio autofinanciados, y hoy, luego de más de 10 años de hacerlo honorariamente, contamos con el apoyo de COUSA que, a través de los Fondos de Incentivo Cultural, hace posible “La ruta de la Educocina”, un recorrido facilitado por Peugeot, imprescindible para llegar a escuelas rurales de todo el país. También contamos con el apoyo de BMR, nuestra productora cultural.

Durante estos 17 años mantuvimos la perseverancia y el compromiso con nuestro propósito. Nosotros ofrecemos una posible solución, sin contraindicaciones y con beneficios infinitos, ser coherentes con nuestro objetivo seleccionando aliados que compartan nuestra filosofía, y esto es parte de un fino trabajo que, de no ser cuidadosos, dañaría lo más importante que tenemos, nuestra credibilidad.

 

¿De qué herramientas te valés para estar cerca de tu público objetivo?

Comunicar que tenemos no solo la posible solución a un problema, sino una herramienta sencilla, accesible, saludable, divertida, desafiante y con un potencial increíble es parte de nuestro trabajo diario en redes sociales. Tenemos que mostrar lo que hacemos y compartir no solo las sonrisas que cosechamos en las acciones, sino compartir herramientas para que quienes estén interesados puedan llevarlo a cabo desde su lugar.

Si bien hemos trabajado mucho para llegar a donde estamos, sé muy bien que nos falta organización y estructura para poder crecer y posibilitar un cambio sistémico que altere positivamente la educación y reduzca, al menos un poco, la pandemia silenciosa de la obesidad y el sobrepeso que afecta a nuestra sociedad y al mundo.

 

¿La cocina debería ser parte de la educación formal de los niños en escuelas y liceos?

Sin dudas, como decía antes, la desconexión no solo de los niños sino de los jóvenes y muchos adultos urbanos con la producción de alimentos, con el campo, con la mala práctica a la hora de elegir sin distinguir entre comida y alimentos, es producto de años y años de falta de educación alimentaria.

Las abuelas ya no cocinan, los adultos tienen apps con las que acceden a comidas de todo el mundo y los niños se alejan más y más de algo tan natural y vital como es alimentarnos. Hoy, muchas instituciones educativas en el ámbito privado recurren a nuestros talleres como una práctica valiosa y desde el ámbito público ANEP ha certificado de interés educativo nuestro trabajo.

La Educocina pone arriba de la mesa los elementos: el fuego, agua, tierra y aire. Los niños los manipulan, transforman, tocan, hacen, aprenden matemáticas, biología, química e historia, aprenden geografía mientras trabajan en equipo, desarrollan la motricidad y los hábitos de higiene. Hacen, lejos de la abstracción del pizarrón y cerca de la naturaleza, con los pies en la tierra y las manos en la masa.

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