¿Cómo alimentaron tu historia de vida e intereses a tu identidad profesional?

Me marcó mucho mi origen, el haber crecido en un lugar muy conectado con la naturaleza como lo es Chubut, que es una provincia de la Patagonia argentina, y en una ciudad pequeña. Tener tan cerca la fuerza creadora de la naturaleza siempre me conectó con una búsqueda interior y con la curiosidad.

Me mudé a la gran ciudad (Buenos Aires) para aprender de arte. Después de años de formación descubrí que quería transformar las escuelas en las que se enseñaba eso que se conecta con el poder expresivo y, en cierta forma, con la pasión (como lo es el arte). Eso me llevó a estudiar Ciencias de la Educación. Gran parte de mi curiosidad va por el lado de meterme en espacios en los que todavía hay mucho por construir. Y al poco tiempo, me acerqué a la tecnología educativa cuando todavía no era un campo de conocimiento como lo es ahora.

Mientras recorría esos mundos, observé que en el mundo del arte, específicamente en el mundo de la danza clásica, en el que casi todas las bailarinas eran mujeres, quienes hacían las coreografías eran hombres. Y eso lo volví a ver cuando me acerqué al plano de la educación y me encontré con que también la mayoría son mujeres, pero quienes toman las decisiones que nos impactan (en los ministerios, sindicatos, etc.) son hombres. Observé que esta ecuación se repetía en muchos ámbitos, hasta que me metí en el mundo de la tecnología educativa y encontré que quienes programan son hombres y quienes implementan esos programas son mujeres.

Todos estos desafíos, intereses y caminos recorridos: interior-ciudad, ciudad-mundo, curiosidad-naturaleza, diversidad-inclusión, fueron dándole sentido a mi vida profesional. Creo que siempre estuvo muy presente en mi vida la búsqueda constante de promover un cambio, buscando en todos los ámbitos en los que estuve, que todo lo que hacía fuera más accesible y democratizador. Lo que más me mueve en mi vida profesional es el componente ético y una búsqueda de transformación y cambio.

Sos referente en temas tan variados como la educación, la innovación, la tecnología y el emprendimiento. ¿Cómo integrás todos estos aspectos a tu marca personal?

Yo creo que tiene mucho que ver con mi recorrido y con que son todos espacios y ámbitos de mucha construcción, en los que no hay definiciones cerradas. Quizá ese sea el denominador común. Es lo que me permite conversar con algo que viene de un campo como es el emprendimiento, para luego conectarlo con la innovación (otro espacio en el que tampoco hay recetas), y con el mundo del arte, en el que también hay un proceso creativo que implica transformación y curiosidad. Lo mismo sucede cuando conecto los mundos de la tecnología, la diversidad y la educación.

Muchas veces pensamos en el conocimiento como silos —como algo muy especializado— y no como algo transversal. También sucede mucho que, cuando nos encontramos con preguntas, solemos responderlas desde un solo ámbito. A mí me gusta responderlas con diferentes marcos y formas de pensar. Me gusta tomar experiencias y referentes de otros ámbitos porque creo que nos pueden dar mucha más luz y claridad para responderlas de forma creativa. A veces una respuesta de un ámbito queda corta, pero cuando la vinculás o la acercás con otros ámbitos termina siendo original, expansiva y diferente.

Fui integrando en mi vida y en mi marca personal esa forma de conectar con otras sensibilidades. Para mí el reencantamiento con el mundo y el desarrollar una mirada diferente es clave. Muchas veces eso ayuda a volver más accesible la información para diferentes grupos, al no hablarle siempre a un mismo grupo, lo cual también integra el componente ético de abrir el juego, y no ser siempre las mismas personas las que debaten y definen.

¿Qué desafíos presenta una carrera ecléctica a la hora de gestionar la marca personal?

Así como tener todos esos puntos es muy interesante, está también el desafío de cómo integrar caminos más eclécticos como el mío. La realidad es que, en mis primeros años de carrera, fue difícil y solo hablaba de un aspecto (y escondía el resto), a veces me sentía como un camaleón que se adaptaba a cada espacio. Me costaba mucho definirme, tenía que estar todo el tiempo explicando de dónde venía y muchas veces, por simplificar, terminaba recortando algún aspecto de mi recorrido. Si bien era más fácil, era menos yo. Con el tiempo puedo ver que en ese recorrido hay una búsqueda que me conecta con el ser genuina que es importantísimo.

Creo que con todo lo que pasó en los últimos años (una pandemia y pospandemia en la que todo se aceleró), cada vez está más habilitado hablar en términos de esa complejidad que somos las personas. Cada vez se habla más de lo importante e interesante que es no abarcar las cosas solo desde un ámbito. Hoy podés hablar con alguien que trabaja en programación, pero a la vez es estudio filosofía y no te genera disyuntiva.

Cada vez más, los recorridos eclécticos son los que dan más respuestas originales, creativas, sostenibles y diversas. El desafío es que no todas las personas conectan los puntos de ese recorrido, pero en el último tiempo ese desafío pasó a ser algo que me juega a favor.

¿Cómo te marcó la experiencia de ser Ashoka Fellow?

Creo que muchas de las personas que emprendemos con impacto social ya sabemos que vamos a seguir en ese camino, que es una elección de vida (estés o no activamente haciéndolo en algún momento). Ser Ashoka Fellow, sobre todas las cosas, fue muy liberador. Empecé a sentir que, por fin, encontraba gente que no veía raro que constantemente esté pensando en las cosas desde la perspectiva de buscar un cambio sistémico.

Para mí fue muy revelador en el proceso de selección (que es muy exhaustivo, dura mucho tiempo y te conecta con personas de otros países y con otros recorridos). En un momento me preguntaron cuándo fue la primera vez que me di cuenta de que tenía el poder de cambiar algo y eso me remontó a mis ocho años. Desde ese entonces, constantemente tengo esos momentos y creo que los Ashoka Fellows compartimos el recorrido de generar cambios sistémicos, de proponer nuevas formas de resolver desafíos con un enfoque ético y sostenible.

En definitiva, fue una experiencia que me ayudó a encontrarme con personas con búsquedas y formas de hacer similares; personas que comparten esa búsqueda constante de transformación. Me ayudó a no sentirme tan solitaria por momentos y a tener un sentido de pertenencia. El camino del impacto social y de la transformación sistémica no es fácil, por eso ser parte de una red es clave.

En 2021 te sumaste al equipo de Globant. ¿Qué le atrajo a la empresa de tu perfil y experiencia?

Creo que todo lo que venía haciendo en Chicas en Tecnología fue muy importante. Fui una de las fundadoras, pero también la dirigí durante los primeros años de la organización. Me tocó el desafío muy grande que es el crecimiento, no solo desde el impacto social, sino también desde el financiamiento y la sustentabilidad. Fui parte del proceso de crecimiento de una organización, de escalarla a nivel regional, y de hablar con diferentes empresas y gobiernos. Son todos procesos que en el ámbito social demandan muchos más esfuerzos que en los ámbitos privados. Creo que ese fue un punto importante.

En Globant me acercaron la posibilidad de articular áreas y experiencias desde educación, tecnología y diversidad para generar innovación. Me convocaron y me acercaron una hoja en blanco en la que podía conectar learning —que es una de mis pasiones— con tecnología y diversidad, con equidad e inclusión. En definitiva, me ofrecieron un espacio en el que podía unir los ámbitos que más me convocan de mi historia. Todo esto en un entorno de cambio constante evolutivo y ágil, que tiene que ver con la innovación. De hecho, están todos estos elementos en mi título.

Creo que también les atrajo la capacidad de crear y empujar un proyecto con pocos recursos, pero que genere mucho impacto, sea sustentable y aporte valor. Todas esas experiencias ayudan a conectar todos los procesos que necesitamos enlazar para generar una tecnología con una agenda de aprendizaje. Un aprendizaje continuo y, por supuesto, desde la diversidad, la equidad y la inclusión.