Revista del IEEM
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La voz de Hugo Benedetti

«La sinergia organizacional depende en gran medida de un líder colaborativo y profundamente comprometido con el equipo y los logros colectivos compartidos»

Hugo Benedetti | Director general de IBF Negocios

Liderazgo en acción

El factor crucial es la capacidad del líder para transferir entusiasmo, esa condición que hace que todos sientan como propios los objetivos, los propósitos y los logros. El entusiasmo, las ganas, son el ingrediente clave. El método seguramente lo tendremos en el equipo. Si el método es la ciencia, el entusiasmo es el alma, lo que nos impulsa hacia las metas con toda la determinación. El entusiasmo es el mejor complemento para la autoridad y, si somos capaces de transferirlo, el potencial es enorme. Es lo que nos levanta cada mañana con total decisión para encarar los desafíos, es ese ingrediente de la actitud que nos aleja de una vida promedio.

El líder sensible a la gente, más nutritivo que crítico, más reconocedor que juzgador, debe tener claro quiénes son las personas dentro de su equipo con más vocación de crecimiento. Aquellos que están motivados por las altas metas y que necesitan los logros como alimento para sus aspiraciones. Ellos, bien conducidos, pueden ser quienes motoricen esas fases de expansión, de diversificación.

 

¿El líder nace o se hace?

Hay factores que hacen al carácter y la personalidad: generalmente los líderes son personas extrovertidas, con inclinación a lo social, más solidarios y cooperativos que

competitivos. Tienen una alta apreciación de lo colectivo por sobre lo individual y autónomo. De carácter firme, pero amables, tienen una personalidad atractiva y una tendencia a no rehuir de tener que “ponerse al frente de la manada”. Muestran buenas propensiones hacia los desafíos, la toma de decisiones, la equidad y la conducción de grupos.

Suelen mostrar interés por alcanzar posiciones de predominio dentro de los grupos. Comienzan a sentirse más cómodos como locomotoras que como vagones. La combinación de estos factores los irá posicionando como individuos con potencialidades interesantes para influir sobre personas y resultados. En definitiva, el líder se forja con componentes genéticos y aprendidos en las primeras fases, pero también se puede ir desarrollando casi que ilimitadamente.

 

Sumar al equipo

A la hora de lograr la sinergia organizacional necesaria para crecer y hacerlo bien, las aspiraciones del líder son clave: ser la persona que siempre anda con “las luces largas”, que no se conforma con algunas victorias menores, que no tiene miedo de ser “la hormiguita que se sale de la fila”, y que las ganas de aprender no lo abandonen a lo largo de su carrera. Conocerse profundamente y adquirir capacidad para diagnosticar a su equipo y a las personas en general, así como detectar qué es lo que hace falta en las diferentes situaciones, serán herramientas de gran ayuda. La sinergia organizacional depende en gran medida de un líder colaborativo y profundamente comprometido con el equipo y los logros colectivos compartidos, los buenos resultados como botín para compartir. Por eso, la generosidad es un atributo de los grandes líderes.

Probablemente nada lo ayudará más y le hará desplegar más sus alas que la valentía, y el grado de determinación para encarar las tareas. Eso suele transferir entusiasmo y convertirlo en un factor de inspiración para los demás: alguien digno de emular, un maestro para muchos.

Comentarios (1)

  • Miguel Orihuela

    Excelente.

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