Revista del IEEM
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El arte de influir en la agenda del gobierno

Cuando las empresas arman su mapa de públicos no deben olvidar uno clave: aquellas autoridades del gobierno que toman las decisiones que pueden afectar su negocio. El lobby es una práctica cuyos orígenes se remontan al siglo XVIII, pero no pierde vigencia. Suele ser relevante y a veces determinante en la marcha de los negocios, ya que es un mecanismo del que disponen las organizaciones para influir de manera legítima y lograr que los intereses particulares de la empresa, o del sector en el que se desarrolla, sean tenidos en cuenta por el Poder Legislativo y el Ejecutivo.

El lobby es una actividad bastante fuerte en Uruguay, pero en los hechos se conoce muy poco sobre la presión real que recibe el gobierno de parte de las diversas organizaciones, por lo cual una adecuada regulación sobre el tema sería necesaria para dar transparencia a la función pública. Pero Uruguay no es el único en esta situación, incluso a nivel europeo existe un déficit en la transparencia de la toma de decisiones de los gobiernos, según el último informe de Transparencia Internacional, “Dinero, Política y Poder: Un riesgo de corrupción en Europa”.

Los sindicatos y las asociaciones empresariales son los actores que más asisten a las comisiones parlamentarias, seguidos por las asociaciones profesionales, las académicas y de investigación, y aquellas cuyo objetivo es garantizar derechos humanos y derechos de colectivos en situación de vulnerabilidad, según un relevamiento realizado por La Diaria el año pasado.

¿Por qué las empresas deben considerar el lobby? Básicamente, porque es una herramienta para influir en la agenda legislativa. A través de la manifestación de sus intereses, las empresas y gremiales buscan lo mejor para el sector en el que se desarrollan, influir en las condiciones dadas para operar, ejercer influencia para que las normas no ahoguen los negocios y que estas no recaigan siempre en los mismos actores. Incluso sirve para hacer notar irregularidades de empresas del mismo sector que pueden estar afectando la operación del resto.

El lobby es una actividad bastante fuerte en Uruguay, pero en los hechos se conoce muy poco sobre la presión real que recibe el gobierno de parte de las diversas organizaciones.

Checklist para empezar

1. Timing

Para llevar adelante esta práctica es muy relevante el timing. En situaciones como las vividas recientemente por la pandemia del COVID-19, hubo empresas y sectores que se acercaron y recibieron prioridad en la agenda pública. De hecho, según el relevamiento de La Diaria mencionado antes, la asistencia de las asociaciones al Parlamento en 2019 fue diferente en 2020. El año pasado se constató una mayor presencia de sindicatos, asociaciones culturales y otras en busca garantizar derechos de colectivos más vulnerables.

2. Largo plazo

No se debe esperar a tener una crisis para empezar a construir vínculos con las autoridades relevantes, ya que justamente esa relación ya forjada es la que determinará el grado de cercanía e influencia cuando se necesita acudir a plantear necesidades. La visibilidad, tanto de la empresa como de las asociaciones a las que pertenece, es una manera de ubicarse en el tablero de jugadores y ser considerado como una voz a tener en cuenta frente a quienes toman las decisiones.

3. Ser persistente

Muchas veces la agenda cotidiana de temas que se deben atender en la empresa lleva a que este tipo de actividades queden relegadas. Sin embargo, se recomienda cierta persistencia en las acciones de lobby para no caer en el olvido, asumiendo que siempre habrá alguien tomando el lugar que se deja.

4. Ganar-ganar

En la construcción de la relación con las autoridades, también se debe tener en cuenta que, como en cualquier vínculo que se precie de estrecho y de largo plazo, debe estar basado en la reciprocidad. Es decir, no siempre el acercamiento será para hacer pedidos, sino que, muchas veces, con acciones de la empresa o del sector se puede ayudar al Estado a conseguir objetivos establecidos, vinculados, por ejemplo, con la reputación del país a nivel internacional.

No se debe esperar a tener una crisis para empezar a construir vínculos con las autoridades relevantes.

5. Recurrir a los especialistas

Si los ejecutivos dentro de las empresas o las gremiales no saben por dónde empezar, una buena manera de dar los primeros pasos es recurrir a una agencia de relaciones públicas. Existen algunas agencias que trabajan de manera exclusiva el tema. De esta manera, se contará con un especialista que podrá seguir la agenda pública de cerca y avisará a su cliente cuando alguna medida o tema que se está discutiendo a nivel gubernamental pueda afectarlo.

 

Autor

Gerenta de Marketing y Comunicación en

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