Revista del IEEM
TOP

“El mayor aliado del espíritu emprendedor es la acción”

Macarena Botta

Emprendedora y consultora

¿Cómo te acercaste al ecosistema emprendedor? ¿Qué fue lo que más te atrajo?

Después de trabajar siete años en una financiera norteamericana en Uruguay, me fui de viaje a Europa. Mientras recorría, me di cuenta de que en Uruguay tenemos la suerte de que está todo por hacerse. Eso me pareció una oportunidad gigante, y la realidad es que nunca lo vi como un problema, sino como una oportunidad.

Lo que más me gusta del mundo emprendedor es la actitud de que todos los problemas tienen solución. La mirada optimista, las ganas de transformar la realidad, de cocrear equipos multidisciplinarios, de animarse, probar, equivocarse, fracasar, y volverse a levantar. Esa versatilidad es lo que más me atrae.

Emprender es estar todo el tiempo aprendiendo, porque no hay otra manera de sobrevivir en el ecosistema emprendedor. La innovación es eso: un proceso que nos obliga a equivocarnos, aprender, volver a intentar, probar, validar, diseñar… ¡Me encanta! Yo creo que es una forma de vida y es un privilegio para los que vivimos en el ecosistema emprendedor. Estaría buenísimo poder contagiar al resto de la sociedad y de los sectores.

 

En tu opinión, ¿cuáles son los mayores aliados del espíritu emprendedor?

La pasión, el tesón, la perseverancia, y las ganas de hacer son claves. Pero creo que el mayor aliado del espíritu emprendedor es la acción, esas ganas de transformar la realidad desde el amor, desde querer un mundo mejor para todos.

Yo siempre digo que, hoy por hoy, emprender en algo que no genera impacto no tiene sentido. Porque creo que, a la hora de querer solucionar un problema, lo ideal es hacerlo desde una óptica de triple impacto. Impactar positivamente en el medioambiente, en la sociedad y en las personas.

También creo que la colaboración es muy importante y funciona siempre. La única perspectiva o actitud con la cual hay que emprender y vincularse con el ecosistema emprendedor es desde la colaboración. Desde el querer buscar oportunidades y soluciones que sean win-win para todos. Soluciones que derramen en la ciudad en la que vivimos, en las personas con las que interactuamos, en los clientes. Realmente tenemos que ser multiplicadores en nuestras áreas de acción: con nuestros proveedores, empleados, equipo, crowdfunders, clientes, con el resto del ecosistema, las instituciones… El concepto de comunidad es muy fuerte en el ecosistema emprendedor y es necesario como base y plataforma desde la cual accionar.

 

A la hora de emprender, qué importa más: ¿idea o ejecución?

Para mí, sin duda, la ejecución. Creo que las ideas no valen nada, está lleno de buenas ideas. Vivimos en un mundo en el que estamos muy conectados, Internet nos regala un mundo que es exponencial en crecimiento y en posibilidades de hacer. Hoy ya no es una excusa estar en Uruguay o dónde nacés. Hoy podemos acceder todos a la misma información y podemos ofrecer soluciones globales.

Creo que la clave está en el cómo ejecutamos, cómo nos pensamos como equipo, como personas. Me gusta poner a las personas en el centro siempre. Lo primero son las personas y para ejecutar necesitamos personas. Para armar gobierno, para armar empresas, y en cualquier ámbito en el que trabajemos, la diferencia la hacen las personas. Por esto creo que la ejecución es la clave. Los valores y el propósito son el corazón de cualquier emprendimiento y de cualquier proyecto. Eso es lo que más vale, porque es lo que uno contagia y el lugar desde el cual que acciona.

 

¿Cómo influye tu experiencia como emprendedora en tu rol de consultora? ¿Qué es lo que más disfrutás de estar del otro lado?

Creo que en mi rol de consultora puedo entender los miedos y angustias de los emprendedores y realmente empatizar con ellos. De hecho, muchas veces mi trabajo se trata mucho más del acompañamiento de la persona, de contener, escuchar, dar aliento y motivar. El haber estado de los dos lados del mostrador me da una visión de lo que necesitan y cómo se sienten, de las preguntas que se hacen y qué incertidumbres tienen.

Más que consultora me gusta definirme como acompañante. Me gusta acompañar en el proceso de emprender, o de llevar a cabo una empresa. Porque un consultor viene, te cobra, te dice lo que tenés que hacer, y se va. Y a mí generalmente me gusta involucrarme con el equipo, con las personas, con los desafíos. Y eso tiene mucho que ver con esta pasión de querer cambiar algo.

El camino de emprender está lleno de piedras y alegrías, pero me gusta saber que se llega, que siempre hay soluciones. El fracaso va a estar siempre, y es la manera de aprender y movernos de un lugar a otro. Siempre digo que como emprendedora me gusta festejar cada pequeña victoria, porque nunca sabés los desafíos que van a venir más adelante, y los van a haber. Todo esto hace que sea un camino interesante. Disfruto mucho de escuchar las ideas de los emprendedores y de aprender de ellos. Para mí siempre es un privilegio acompañar a un emprendedor o una emprendedora en su proceso.

Disfruto de ver a los emprendedores festejar cada pequeña victoria, de verlos crecer y crecer con ellos. Es una experiencia increíble en la que no dejo de ser emprendedora, porque también creando mi propio trabajo y experiencias para empresas, emprendedores y gobierno, emprendo. Todos los emprendedores y emprendedoras con las que me encuentro enriquecen mi camino y me enseñan cosas. Y aprender es lo que vuelve la vida interesante. El día que deje de aprender voy a estar muerta.

También estoy muy metida en el tema de género. Creo que necesitamos más mujeres emprendiendo, más mujeres liderando empresas. No solo por el tema de la equidad, sino porque es un buen negocio. Para alcanzar mejores resultados necesitamos equipos diversos, con miradas diversas, perspectivas de género y diversidad en todo su sentido.

Otra cosa que disfruto es la actitud emprendedora. La vida es muy corta y, si uno hace las cosas con los lentes de ver la mitad del vaso lleno, todo es mucho más lindo y llevadero. En este sentido, soy una privilegiada del trabajo que tengo porque lo disfruto, me permite ayudar a otros y colaborar. De hecho, no me gusta trabajar sola y trato de no hacerlo. Siempre busco armar equipos enfocados en las necesidades que tiene mi cliente. Me gusta estar con muchos sombreros a la vez porque me permite derramar en todos lo que voy aprendiendo de los otros. Es un universo de posibilidades inagotable, y eso es lo que más me seduce de mi trabajo. Tiene que ver con desafiarme todo el tiempo, reinventarme todo el tiempo, aprender todo el tiempo. Y eso hace que todos los días me levante y agradezca la vida y el trabajo que tengo.

 

¿Cómo evolucionó el ecosistema emprendedor en Uruguay en los últimos años?

Yo creo que tenemos que estar muy contentos con la evolución que ha tenido. A veces tenemos esa cosa de hablar de Uruguay en tercera persona, como si fuera alguien que está parado ahí, y nos olvidamos de que Uruguay somos nosotros. Nos cuesta salir de la idea de que como sos un país chico, algunas cosas no se pueden hacer. Es como que siempre estamos atajándonos. Últimamente, por suerte, y también porque lo estaba buscando para desafiarme y validar lo que hago, estoy trabajando bastante afuera de Uruguay. Y la verdad es que veo que no tenemos nada que envidiarle al resto.

En los últimos diez o quince años, hemos crecido y sido fieles a nuestra cultura y a nuestro propio desarrollo local. Y creo que estamos cada vez más cerca de generar un pipeline, un semillero de emprendedores. Nuestro camino era arduo, lo primero era llegar a plantearse emprender como una posibilidad. Yo soy economista y nunca nadie me dijo en la universidad que emprender era una alternativa. Hoy, todas las universidades tienen programas de incubación y materias de emprendimiento. Hemos caminado. Hay un montón de fondos, capital semilla, fondos de validación, está la ANII desde hace más de diez años, y hay incubadoras. Todavía queda un camino por recorrer en el área de inversión y financiamiento. Hay que desarrollar otros espacios para seguir haciendo posible acceder a fondos, aunque también creo que cuando la idea es buena, el dinero aparece.

En definitiva, creo que a nivel de ecosistema tenemos que estar orgullosos, aunque obviamente siempre hay más por hacer. El hecho de trabajar en estos temas y ser referentes en la materia nos obliga a estar todo el tiempo a la vanguardia, viendo cómo se mueve el mundo, y buscando entender qué funciona para nosotros. Porque quizá lo que funciona en Silicon Valley está buenísimo, pero no funciona para la cultura latinoamericana. Y, probablemente, los atributos que tenemos en Latinoamérica por nuestros desafíos, por la vida que llevamos, por la región en la que vivimos y por nuestra cultura, tienen mucho valor. Tenemos particularidades de las cuales apropiarnos para destacar, y a partir de las cuales generar soluciones a esos problemas o encarar esas dificultades u oportunidades con mucho valor.

Por eso, para mí está buenísimo pensarnos como un ecosistema muy relacionado con Latinoamérica y Uruguay para apropiarnos de esa bandera y salir al mundo desde esta mirada única que tenemos. Entonces, más allá de que siempre hay oportunidades de mejora, creo que tenemos que estar muy orgullosos. Hemos logrado colaborar y a mí me encanta decir que soy uruguaya y contar la evolución del ecosistema emprendedor uruguayo cuando salgo de Uruguay.

Hoy soy docente en una materia de emprendimiento e innovación en la UCU, una materia que no existía cuando yo era alumna. Me encanta ver cómo para mis alumnos hablar de emprendimientos, startups e innovación es algo mucho más corriente y ya lo ponemos en la agenda desde temprano.

Postear un comentario