Revista del IEEM
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Decir menos y persuadir más

Por la boca muere el pez. La comunicación oral resulta clave no solamente para quienes se dedican profesionalmente a dar conferencias o trabajan en televisión o radio. La manera en que las personas se expresan es una pieza fundamental tanto para la vida personal como profesional, cualquiera sea el ámbito de referencia, ya que elegir las palabras correctas, en el momento y la manera adecuados, son fundamentales para conseguir el éxito en diversas situaciones.

 

Cuidar unos cuantos elementos puede determinar, por ejemplo, que la balanza se mueva en un sentido u otro en una negociación en la empresa o incluso, en el ámbito doméstico, influye en la profundidad de las relaciones que se construyen; ayuda a conseguir mayor colaboración para lograr los objetivos que se persiguen, y puede casi que determinar que una presentación o conferencia permee en el público o simplemente quede en el olvido.

La comunicación oral resulta clave no solamente para quienes se dedican profesionalmente a dar conferencias o trabajan en televisión o radio.

Proyectar la voz adecuadamente, articulando y eligiendo las palabras correctas, la vieja y querida escucha activa, dando protagonismo al otro y fomentando el diálogo, así como conectar con la mirada y el resto del cuerpo son algunos de los recursos que pueden utilizarse para sacar provecho de cada interacción.

 

Tengo el tiempo del mundo

Mientras que hablar despacio es señal de confianza, hacerlo rápido no hace más que proyectar ansiedad y nerviosismo, muestras del deseo de que se termine rápido ese momento incómodo. Hablar lento no significa alargar el discurso ni llenarlo de detalles innecesarios, por el contrario, pensar bien lo que se tiene para decir, utilizando las palabras adecuadas. Asimismo, se deben añadir pausas y evitar las muletillas, ya sea las más tradicionales como “ehh…” o “bueno”, u otras más frecuentes en la actualidad como “y, nada”. Todas esas expresiones son enemigas de un discurso seguro.

 

¿Podés hablar un poquito más alto?

A la hora de hablar es necesario evitar los extremos: ni gritar ni pasar desapercibidos. Es importante elegir el tono de voz adecuado y nunca ser la persona a la que le piden que eleve un poco el tono porque casi no se le escucha. Cuando se está hablando es necesario ser consciente de que se debe proyectar la voz, porque la mayoría de las veces no se contará con micrófono. Esto debe estar acompañado con una buena articulación de las palabras, una respiración adecuada para no quedarse sin aire al hablar, e incluso una interpretación correcta, es decir, mostrar la emoción adecuada, en función de lo que se está transmitiendo.

Es importante elegir el tono de voz adecuado y nunca ser la persona a la que le piden que eleve un poco el tono porque casi no se le escucha.

Lenguaje corporal

Tanto si es un diálogo o una presentación, el contacto visual es un aliado de la comunicación, ayuda a estrechar el vínculo con las personas y muestra seguridad y confianza, aunque no se debe abusar de este recurso. Si se está hablando para muchos, pocos o una sola persona, acompañar el discurso con las manos ayuda a reforzar el mensaje y hacerlo más creíble. Por último, si el objetivo es convencer a una persona, lo ideal será no solamente dirigirse a ella con la mirada, sino que todo el lenguaje corporal proyecte atención plena en el interlocutor.

 

Saber callarse

Para lograr una buena conexión con otros, más que decir hay que escuchar, y tratar de no interrumpir cuando una persona está hablando. Un error frecuente ocurre cuando, en el afán de hacer crecer la conversación, se logra justamente lo contrario, lanzando un “yo también” y robándose el protagonismo cuando el otro está en medio de su historia.

 

Preguntas correctas y abiertas

En línea con el punto anterior, un buen comunicador está muy atento al discurso de su interlocutor para ser un buen “contrapunto”, es decir, sabe exactamente cuándo intervenir, no para contar su propia historia, sino para preguntar. Pero no para hacer cualquier pregunta, para hacer las preguntas correctas, aquellas que fomenten el diálogo y permitan que la otra persona se exprese libremente y con confianza.

Un buen comunicador está muy atento al discurso de su interlocutor para ser un buen “contrapunto”, es decir, sabe exactamente cuándo intervenir.

El momento para lanzarse

Así como es necesario dar espacio a los demás, también es importante saber leer las situaciones y encontrar el momento adecuado para intervenir. Por ejemplo, si se percibe que los temas se están terminando; es momento entonces para promover nuevas perspectivas o aprovechar la oportunidad para en este caso sí intervenir en primera persona, contando alguna historia que conecte con lo que se está diciendo y permita mantener la conversación.

 

Ser amable siempre

La amabilidad es un aliado de las relaciones humanas y qué mejor que expresarla con palabras. Por ejemplo, no existe nada más amable que recordar el nombre de una persona desde que lo dice por primera vez y llamarla por él cada vez que se tiene la posibilidad. En tanto, si el otro fue amable, por ejemplo, diciendo un cumplido, ¿por qué no devolver el gesto? Felicitar y enriquecer las respuestas con una pregunta adicional son también muy buenos aliados de un buen comunicador.

Autor

Gerenta de Marketing y Comunicación en

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