Revista del IEEM
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«Desde pequeña me imaginaba en este rol, conformando equipos y potenciándolos»

Astrid Mirkin

Gerenta general de Rappi Argentina y Uruguay

¿Siempre tuviste una veta de líder? ¿Cómo la cultivaste a lo largo de tu carrera?

Desde muy chica noté que mis sueños profesionales eran distintos al común de las personas. En mi infancia, por ejemplo, solía jugar a que tenía mi propia oficina y lideraba una organización. Incluso, recuerdo que para mi Bat Mitzvah yo pedí que me regalaran un fax, que, en ese entonces, era un objeto fundamental para conformar la tan ansiada oficina en mi habitación. Con muchos matices, desde pequeña me imaginaba en este rol, trabajando en una corporación, conformando equipos y potenciándolos.

Cuando finalmente a mis 24 años de edad ocupé mi primer rol de liderazgo, me di cuenta de que ser líder no es lo mismo que ser jefa y que, si bien podemos tener ciertas habilidades innatas, es un trabajo en sí mismo. Eso me llevó a profundizar y aprender nuevas habilidades y capacidades —como la inteligencia emocional— para evolucionar y convertirme en la líder que soñaba ser.

Cultivar esta veta de líder fue un proceso de años y es un aprendizaje constante. En el mundo del liderazgo no hay una receta única: lo que pudo funcionar con un grupo puede ser totalmente desacertado en otro. Por eso, es importante la escucha, conocer a las personas con las que uno trabaja, estar atento a sus necesidades, liderar con curiosidad, crear entornos inclusivos en los que todos podamos aportar la mejor versión de nosotros mismos y estar al servicio del equipo.

 

Tu perfil es muy polifacético, ¿cómo creés que aporta valor tu experiencia tan variada en tu rol al frente de Rappi?

A diferencia de décadas anteriores, hoy por suerte vemos que uno puede ser gerente general o CEO de una compañía viniendo desde múltiples lugares. Mi formación en Publicidad y el hecho de haber trabajado en grandes compañías de tecnología, y en distintas partes del mundo, me permitió conocer diferentes culturas y roles de liderazgo, ver de cerca cómo nacen las ideas que van a cambiar el mundo, e incorporar habilidades técnicas, pero también creativas.

Creo que mi perfil y mi experiencia me permiten brindarle al rol dinamismo, empatía y cercanía. Como líder me interesa promover el desarrollo profesional de mi equipo, porque creo que si ellas y ellos están contentos con el rol y las funciones que desempeñan dentro de la compañía, todos podemos crecer y enriquecernos.

 

¿Qué experiencias y encuentros creés que más influenciaron en tu estilo de liderazgo?

Uno aprende de todas sus experiencias, incluso de aquellas que no han sido tan positivas, porque nos enseñan qué cosas son las que no queremos replicar en el futuro.

Intento fomentar la honestidad en el equipo y la transparencia para con los clientes. La búsqueda de la excelencia, la robustez en los procesos, el respeto entre nosotros, la capacitación y el desarrollo del personal es nuestro día a día.

«En mi estilo de liderazgo la generación de políticas de diversidad e inclusión tienen un rol central».

En mi camino profesional, tuve la suerte de contar con grandes mentoras que me guiaron y aconsejaron, y que me brindaron el espacio para llevar adelante importantes proyectos, valoraron mi trabajo y me ayudaron cuando se presentaron obstáculos, prejuicios y estereotipos. También, al igual que muchas mujeres, sentí el famoso «techo de cristal» o que debía demostrar mis competencias y cualidades mucho más que mis pares hombres. Ambas situaciones, sin dudas, me influenciaron y, por ello, en mi estilo de liderazgo la generación de políticas de diversidad e  inclusión tienen un rol central, al igual que la conformación de equipos de liderazgos mixtos.

A la vez, como líder, me interesa crear equipos de alto rendimiento que se animen a tomar decisiones y pierdan el miedo a equivocarse. Experiencias de mi pasado y referentes que admiro me han enseñado que debemos amigarnos con nuestra propia vulnerabilidad y visibilizar nuestros errores. Cuando se comparten críticas constructivas del pasado, o se reconocen públicamente aspectos a mejorar, presiones o dificultades, se abren puertas y los equipos adquieren una mayor confianza para asumir nuevos desafíos.

 

¿Cuáles son los desafíos y beneficios de liderar equipos en dos países? ¿Cómo es armar equipo a la distancia?

Cuando ingresé a Rappi, lo hice con la particularidad de comenzar a liderar el equipo durante la pandemia, por lo que esa “distancia” era similar tanto para la operación en Argentina como para la de Uruguay. Me apalanqué —y lo hago aún hoy— en distintos canales de comunicación como llamadas, reuniones virtuales, chat, videos, entre otros.

Creo que uno de los grandes beneficios de la tecnología es que nos permite sentirnos cerca, incluso a miles de kilómetros. A los meses de haber compartido muchas horas juntos de forma virtual, cuando finalmente sucedió el encuentro en persona, ya sentía esa cercanía propia de la presencialidad.

En la actualidad, al menos una vez por trimestre viajo a Uruguay para reunirme con el equipo y, del mismo modo, coordinamos visitas para que vengan a Buenos Aires.

Si bien en Rappi vemos ambos mercados de manera independiente, somos un solo equipo empujando por el mismo objetivo. De hecho, el actual director de Restaurantes de Uruguay y Argentina es uruguayo y comenzó trabajando para la operación en Montevideo, al igual que nuestra actual gerenta de Growth.

 

¿Cómo fortalecés día a día tu espíritu de líder? ¿Cómo te motivás y dónde encontrás inspiración?

Lo primero que tengo claro es que ser líder es un aprendizaje constante, en el que, como mencionaba antes, no hay recetas mágicas ni claves que perduren en el tiempo. Para fortalecer mi rol me nutro desde distintos aspectos. Encuentro mucha motivación en mis hobbies —     astrología y cerámica—, porque es el espacio en el que vuelvo a adquirir la posición de “alumna”, tengo todo por aprender y salgo de mi zona de confort.

Además, como el rol del líder en muchas ocasiones es solitario, me rodeo, busco inspiración y consejos en quienes tienen esta posición, tanto dentro como fuera de la compañía de la que soy parte. En mi caso, observo y aprendo a diario de mis pares en Rappi con quienes compartimos      diversos temas e inquietudes. A la vez, me apoyo mucho en mi coach y en la red de mujeres que, junto con otras ejecutivas, conformamos para acompañar a la próxima generación de líderes.

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