Revista del IEEM
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El agro: la promesa de 2021

Precios agrícolas firmes e incertidumbre por pocas lluvias.

El sector agropecuario ratificará en 2021 su condición de motor fundamental de la economía uruguaya, pero también mostrará la vulnerabilidad que representa una situación climáticamente adversa. Al final de enero no queda claro que vaya a poder expresar todo su potencial, porque un verano “Niña” amenaza a las cosechas. Para lo que logre levantarse, el precio será récord. Pero cuánto se logrará cosechar es incierto.

El 2020 dejó una excelente cosecha de cultivos de invierno (el trigo y la cebada tuvieron productividades récord, por primera vez en la historia por encima de los 4000 kilos por hectárea. La colza acompañó con rendimientos más irregulares pero igualmente interesantes. Porque además a los tres cultivos los acompañaron precios muy favorables.

La pandemia generó incertidumbre y bajas de algunos precios, particularmente los más consumidos en hoteles y restaurantes. Pero en el segundo semestre de 2020 empezó un empuje alcista en los precios que ubica a la agricultura como la gran promesa de 2021.

En particular, el precio de los alimentos que sigue FAO empieza el 2021 en el nivel más alto en seis años, una situación que ha estado comandada por el aumento en el precio de la soja, el maíz y el trigo, y secundada por aumentos también importantes en el precio de los lácteos y el arroz. En el caso de la ganadería de carnes, el precio se ha mantenido más estable. La dependencia que tiene Uruguay de la venta de carne de alto precio en restaurantes y hoteles, sumado a las presiones que generó la sequía de primavera y verano, llevaron a un año de precios moderados.

Un sector que se vio particularmente afectado durante 2020 fue el ovino. En situación de pandemia la demanda por vestimenta tuvo una natural retracción y el precio en los primeros nueve meses del año se desplomó para recién recuperarse en el final de 2020 y comienzos de 2021, pero sin volver a los niveles de comienzos de 2020.

El agro será un factor de crecimiento este año y posiblemente en 2022. Volverá una fuerte dinámica agrícola, con aumentos fuertes en la inversión, tanto para expandir las áreas cultivadas como en maquinaria. Un marco de pocas lluvias es favorable para los cultivos de invierno, por lo que pueden esperarse aumentos de área de más de 10 % para estos cultivos. Luego, la siembra de cultivos de verano esperará a que La Niña pase y tendrá tal vez el aliciente de contar con un clima normal. Los precios seguirán muy firmes, pero la producción es muy incierta. La cosecha de cultivos de verano será en el mejor de los casos mediocre. La producción de terneros en la primavera 2021 será reducida y, por lo tanto, la producción ganadera de 2022 en adelante sentirá el impacto de una sequía que para partes de Uruguay permanece por dos veranos consecutivos.

El otoño de 2021 traerá más área sembrada de trigo, cebada y soja, la primavera traerá más área sembrada de soja, maíz y arroz. La producción lechera creció en 2020 para llegar a  una producción récord e intentará sostener el crecimiento de la mano de precios internacionales firmes. Pero también traerá menos terneros destetados que en el otoño 2020, cuando se llegó a un récord de tres millones. Vamos dos años (2021 y 2022) de 2,8 millones por dos sequías consecutivas. La ganadería está en una fase de crecimiento pero que solo se expresará plenamente después de que La Niña pase y vuelvan primaveras y veranos con lluvias normales.

Esto también lleva a suponer que los temas vinculados al clima y al ambiente serán cada vez más importantes. En 2020 el Parlamento uruguayo incluyó a la agroecología en su presupuesto por primera vez. La agronomía se va reformulando desde la búsqueda exclusiva de la productividad y la rentabilidad, a una visión más integral que incluya la protección de los recursos, la calidad del agua, la incorporación de materia orgánica al suelo, el cuidado por los polinizadores. La producción orgánica en hortalizas y frutas —o la producción integrada que busca aproximarse lo más posible a la eliminación de insecticidas de síntesis química optimizando el control biológico— irán ganando un lugar en el consumo y pueden ser una oportunidad para el Uruguay exportador en el mediano plazo. Las ventajas de Uruguay en materia de trazabilidad pueden potenciar esta vía de valor agregado.

La producción de alimentos será clave para la estabilidad del mundo en esta década y Uruguay tiene todo para consolidarse como proveedor de alimentos de calidad diferenciada. Solo falta que llueva y que así los productores puedan consolidar un buen comienzo de año. Un crecimiento que, además, deberá dar lugar a transformaciones que ubiquen a los temas ambientales en un lugar cada vez más importante. Producir cuidando el suelo, la biodiversidad, la calidad del agua circundante al predio y certificar esas buenas prácticas. En la era pospandemia, demostrar el cuidado por la naturaleza en todos los procesos productivos se irá volviendo una obligación. Un requerimiento de los mercados que para Uruguay constituye una gran oportunidad.

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