Revista del IEEM
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Lo que la pandemia no se llevó

En este último año de pandemia, resonó mucho lo que hemos perdido. Primero y principal, se han perdido vidas humanas. En segundo lugar, numerosas personas han perdido su fuente laboral. Y, en tercer lugar, nos hemos visto obligados a abandonar temporalmente (pero sin fecha de retorno) las actividades sociales, la cercanía física del encuentro y la presencialidad. Por otra parte, a aquellos con la suerte de conservar su trabajo, la crisis los invitó a cuestionarse si continuará siendo viable en un futuro próximo, ya no tan lejano.

La pandemia nos enseñó que todo puede cambiar rápidamente y que nuestra capacidad de adaptación es fundamental. Se aceleraron cambios en las empresas: tecnológicos, de modos de trabajo, gestión de los equipos, estilos de liderazgo, poniendo a prueba la capacidad de adaptación y sobrevivencia en múltiples planos simultáneamente. La realidad es que la pandemia lo cambió todo.

En toda crisis siempre hay una oportunidad, una puerta que se cierra y una ventana que se abre, como dice el refrán. Solemos mirar la realidad desde una perspectiva de lo que ganamos o perdemos. Pero, ¿qué fue lo que pandemia no se llevó?

Para los más afortunados, la pandemia no solo no se llevó su fuente de trabajo, sino que además con ella adquirieron nuevas y buenas condiciones laborales, como el home office, que, en muchos casos —aunque sabemos que no en todos—, posibilitó una mejor combinación de la vida laboral con la vida personal. En este sentido, cabe hacer la salvedad de que, en los inicios de la pandemia, el home office y la adaptación que requirió hizo que la realidad fuera más caótica, en tanto la incertidumbre era mayor y la calidad de vida no se veía aumentada, sino disminuida.

Solemos mirar la realidad desde una perspectiva de lo que ganamos o perdemos. Pero, ¿qué fue lo que pandemia no se llevó?

El impacto de una mejor comunión entre la vida personal y la vida laboral —o no— se comenzó a ver en los niveles de productividad, así como en la satisfacción de las personas en las empresas; no tener que trasladarse al trabajo, con disminución de costos y tiempo en este sentido. Contar con más tiempo en familia o para realizar diversas actividades recreativas, de formación u otras, incrementó la satisfacción general de las personas en las empresas. Por supuesto que la no presencialidad es un aspecto que restó en toda esta realidad, pero al momento de retornar con los protocolos a las oficinas, se adjudicó mayor valor al contacto humano por sobre todo.

La pandemia nos cambió, cambió nuestros lugares de trabajo, la casa se convirtió en oficina y si bien eso no fue una combinación perfecta para todos, brindó espacios que antes el tráfico o las horas de oficina se habían robado. Brindó la posibilidad de que muchos equipos se acerquen a trabajar hoy de otra manera, y quizá logren mayor unidad y trabajo en equipo a la distancia, que trabajando físicamente cerca.

La nueva normalidad no solo se llevó cosas de nuestro día a día, sino que nos trajo varias nuevas y positivas. Permitió que muchas personas de otros departamentos del país que vivían en Montevideo por razones laborales, volvieran a su lugar natal sin que eso dependiera de un cambio laboral, continuando sus tareas de manera remota. Cambios a los que quizá las empresas no hubiesen estado dispuestas si el COVID-19 no las hubiese obligado. La pandemia permitió que las empresas brindaran una mejor calidad de vida a sus empleados, sin proponérselo.

La situación permitió que talentos hasta el momento ocultos, o bien “dormidos”, se desplegaran ante esta crisis sin precedentes. Poner al mando colaboradores que anteriormente no habían tenido oportunidad de ocupar estos roles facilitó nuevos estilos de liderazgo. Se desarrollaron a la fuerza nuevas capacidades y se profundizó la mejora de las habilidades interpersonales para continuar trabajando con equipos de manera remota. Obligó a las empresas a desarrollar lo humano y ponerlo en primer lugar. A aprender a acercarse sin estar cerca.

La pandemia no se llevó la importancia de lo humano en las organizaciones. Lo humano es la columna vertebral en cualquier empresa y el factor clave para su éxito y supervivencia.

Se tuvo y se pudo pensar “fuera de la caja”, pero esta vez de verdad, con una realidad que desafiaba minuto a minuto, había que generar nuevas ideas. Proyectos estancados en cajones de escritorio se pusieron en marcha ante la necesidad de apelar a lo nuevo. Las organizaciones fueron más arriesgadas que nunca. Todo quedó un poco más expuesto, todo fue más vulnerable al cambio y a la realidad, pero es en estos momentos en los que las personas pueden sacar a relucir su potencial, pues “ningún mar en calma hizo experto a un marinero”.

La pandemia no se llevó la posibilidad de continuar capacitándonos y mejorando las habilidades de los equipos de trabajo en las empresas; por el contrario, la facilitó. Hoy hay un abanico de opciones de formación gratuita o con costo de manera remota, que simplifica las instancias de capacitación. Se comprendió que el empleo es un preciado bien que debe cuidarse y que el talento y desarrollo de cada empleado no es únicamente responsabilidad de Recursos Humanos, sino de cada uno. La pandemia posibilitó que más personas lleven su talento de manera remota a cualquier parte del mundo.

Las habilidades blandas quedaron al descubierto más que nunca y las empresas tuvieron que promover su desarrollo, porque fueron y serán las herramientas indispensables para situaciones de crisis. Muchas empresas solo veían las habilidades blandas como algo de lo que que “quedaba bien hablar o tener”. Organizaban capacitaciones para cumplir con un programa de formación, pero desconociendo su real necesidad y aplicación.

En definitiva, la pandemia no se llevó la importancia de lo humano en las organizaciones. No se llevó que lo humano es la columna vertebral en cualquier empresa y el factor clave para su éxito y supervivencia. Muy por el contrario, puso este aspecto en un primer plano. Las empresas se sostienen con la gente, con líderes con la suficiente sensibilidad e inteligencia emocional para tratar con personas.

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Responsable de Capital Humano en

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