Revista del IEEM
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“No estamos llegando tarde, todavía podemos ser pioneros”

Albana Rodríguez

Cofundadora y socia de Proyecto Kuhn

¿Cómo buscan acercar la tecnología blockchain a la población y concientizar acerca de su valor?

Desde hace un año, con mi socia Lucía Cardellino, armamos Proyecto Kuhn, cuyo fin es precisamente este. Notamos que hay un gap enorme entre las personas entendidas en tecnología y el resto de la población. Muchos profesionales, ejecutivos y emprendedores de distintas áreas se sienten intimidados por el avance de esta tecnología y la perciben como una amenaza.

Nosotras creemos que esto es propio de un cambio de paradigma, como lo describía Thomas Kuhn, el físico y filósofo americano en el siglo pasado. Hoy en día es algo que nos saca de nuestra zona de confort. Como sucedió tantas veces en la historia, un cambio tecnológico que cambia las reglas del juego es resistido por toda la sociedad, tanto por quienes lideran el paradigma actual y tienen todo para perder como por la población general que construyó su profesión, empresa y vida sujeta a dichas reglas.

El primer desafío es entender de qué se trata. Cuando alguien se hace esta pregunta sobre la blockchain, el bitcoin y mundo cripto en su conjunto, la primera percepción es que la cantidad de información disponible es abrumadora y, cuanto más uno intenta aprender, más vasto parece este nuevo mundo.

Por esta razón buscamos, a través de información curada y presentada en “nuestro idioma”, acercar a las personas las claves para que puedan empezar a pensar en la blockchain, a entender qué usos puede tener en sus industrias y qué problemas viene a solucionar. Damos charlas, cursos y vamos a empresas para tener sesiones más reducidas con ejecutivos.

 

¿Por qué es importante generar instancias de reflexión y debate en torno a esta tecnología?

Como pasa en muchos ámbitos de la vida, lo que llega a los titulares y genera ruido es lo que mueve grandes cantidades de dinero. Las inversiones en bitcoin y otras criptomonedas, las enormes ganancias que obtuvo nuestro vecino, la novia de mi hermano o un personaje cualquiera que sigo en Twitter. En mi perfil de LinkedIn, tres veces al día me escribe un bot prometiéndome negocios extraordinarios si invierto con ellos, ¡hoy y ya!

Todo este ruido no nos permite ver la profundidad que tiene este tema. Satoshi Nakamoto, creador del Bitcoin, y sus seguidores no crearon una moneda descentralizada en la blockchain para realizar inversiones al azar. Hay una teoría económica libertaria, con componentes filantrópicos, muy profunda, detrás de todo esto, que es sumamente interesante y que es un debate que el mundo al menos se debe en esta era.

Satoshi presentó al mundo su creación en medio de la crisis económica de 2008 y, luego, en su bloque génesis (el primer bitcoin creado) citó un titular del New York Times del 3 de enero de 2009 que decía que el canciller estaba al borde de anunciar un segundo rescate para los bancos. Satoshi luego desapareció y nadie sabe quién es, pero el espíritu de su creación está bien claro. Quería proteger al mundo de las políticas irresponsables de emisión de dinero que abundan cada vez más entre los gobiernos, no solo del tercer mundo, sino también, y cada vez de forma más pronunciada, entre los del primer mundo.

La emisión de dinero de Estados Unidos durante esta pandemia batió todos los récords y tal vez no todos lo tengamos en mente, pero lo que realmente está sucediendo es que nuestros dólares ahorrados están siendo diluidos, nos quitan poder de compra de nuestros ahorros constantemente para cumplir con su agenda de alivianar los efectos económicos de la pandemia en su país.

Pero, dejando de lado este debate, al crear el Bitcoin, Satoshi nos dejó un legado mucho más valioso que fue la introducción de la tecnología blockchain. Esta es la tecnología que está por detrás del Bitcoin y que es lo verdaderamente disruptivo. Sus usos en múltiples ámbitos crecen a tasas aceleradas y nosotras creemos que su poder transformador es tal vez más grande de que lo que fue Internet hace 20 años.

 

Te definís como una “entusiasta del blockchain”. ¿Cómo visualizas que cambiará el mundo a raíz de su aplicación?

Me defino como entusiasta, sí, porque si bien toda tecnología puede ser utilizada para el bien o para el mal, me fascina el potencial enorme que tiene para solucionar muchas limitaciones del modelo actual.

La blockchain puede ser vista como una nueva generación de Internet, (el Internet del valor o Internet 3.0). Una en la cual se puede almacenar y transaccionar valor entre pares sin necesidad de los grandes intermediarios que hoy son imprescindibles. El Internet de hoy en día solo sirve para transferir información, por eso se le llama ahora “Internet de la información”. Está centralizado por servidores, tiene dueños, es hackeable y sus falencias derivan en un modelo que es caro, lento y excluye a una gran porción de la población mundial.

«La blockchain está organizada por un protocolo predefinido, todo lo que sucede ahí está previamente programado, sucede de acuerdo con un set de reglas que nadie puede alterar».

La blockchain está organizada por un protocolo predefinido, todo lo que sucede ahí está previamente programado, sucede de acuerdo con un set de reglas que nadie puede alterar y todo lo que pasa, todo el historial, queda registrado para siempre. Por lo tanto, se predefine desde cómo se emite una moneda hasta cómo se organiza una sociedad, como si sus estatutos estuvieran programados y no queda margen para que alguien incumpla, el sistema no lo permite.

Por lo tanto, llevado al extremo, gracias a esta tecnología podría asociarme con alguien que ni conozco sin necesidad de confiar en esa persona, la confianza está en la arquitectura del sistema. Su potencial en cuanto a trazabilidad, identificación de individuos, etc. son enormes, los costos bajan mucho y todo está para crearse. Creo que se necesita más gente que entienda el valor genuino de esta tecnología y ayude a instalar el nuevo paradigma.

¿Qué ventajas ofrece esta tecnología en el sector financiero y cómo puede ayudar a superar sus fragilidades?

El sistema financiero de hoy es realmente arcaico. Seguimos teniendo grandes instituciones con sucursales costosas y empleados que realizan procesos manuales. Desde que existe Internet podemos enviar información a China en un santiamén, pero si tenemos que enviar una transferencia a Brasil, tarda 48 horas y puede costar hasta USD 80. En el medio pasa por uno o más bancos intermediarios, en los que siempre puede haber un error de tecleo que haga rebotar la transacción.

El sistema financiero hoy deja afuera a un tercio de la población mundial porque no tiene manera de brindarles servicio y no perder dinero en el camino. Pensemos en las personas que deben dejar sus países para buscar trabajo en otro lado y luego enviar dinero a sus familiares en forma de remesas. Se calcula que el sueldo de uno de los 12 meses se les va en costos transaccionales, pero hoy ya cualquiera con una billetera digital puede transferir a otra billetera digital en cualquier parte del mundo por un costo muy bajo.

La centralización física de datos y registros también la hace susceptible de hackeo, de hecho, hay muchos ejemplos de esto. La blockchain se considera inhackeable por la forma de almacenar su información descentralizada.

Las DeFi, o las finanzas descentralizadas, brindan todos los mismos servicios que un banco hoy por hoy de forma descentralizada, programada y con costos bajísimos. Otra área superrevolucionaria es el financiamiento de startups a través de ICOs, cualquiera con una billetera puede hacer una inversión tal vez de USD 20 en una compañía nueva, esto equivale a comprar una acción, pero salteando al menos cinco intermediarios y sus costos. También en mi propia billetera podría comprar monedas que representen la propiedad de desarrollos inmobiliarios, piezas de arte, etc. El pequeño ahorrista tendría una forma de diversificar e invertir sus ahorros a costos accesibles.

 

¿Cuáles son las claves para “no quedar afuera” del boom que está viviendo esta tecnología?

La clave número uno es dejar de taparnos los ojos y empezar a meternos en el tema, esto no va a desaparecer. Luego, entender que las criptomonedas no son todo lo que tiene blockchain para dar. Por mencionar algunos, el agro, la ganadería, la logística, las finanzas, el arte, el inmobiliario, la ayuda humanitaria, todos estos sectores ya en algún lugar del mundo están usando la tecnología blockchain.

Por último, quisiera transmitir la idea de que todo esto está en pañales. No estamos llegando tarde, todavía podemos ser pioneros. La enorme mayoría de las personas que “invierten” en criptomonedas no entienden sus fundamentos —entre comillas por eso mismo—, no podemos llamar inversión a algo que compramos y vendemos sin entender por qué lo hacemos. La adopción de bitcoin (solo bitcoin) es más o menos la misma que tenía Internet en 1999. Estaba todo por hacerse, pero en esa época hubo un enorme y descontrolado crecimiento de compañías .com. Todos nos dábamos cuenta de que era el futuro, pero en el 2000 la enorme mayoría de estas empresas quebraron y las que sobrevivieron llegaron a perder arriba del 90 % de su valor. A mi entender, el modelo de negocio aún no está definido, hay que construirlo, y para ello hay que entenderlo primero.

Por último, está el apasionante debate regulatorio que se está dando y al que le falta mucho todavía. Esto va a ser superdeterminante también. Los reguladores no saben cómo tratarlo. ¿Es un bien? ¿Es una moneda? Hasta ahora este título estaba reservado solo para aquellas emitidas por los gobiernos. ¿Es como el oro? ¿Es como una acción? ¿Regular sin ahogar? ¿Cuánta regulación se necesita? ¿Regular es la única forma de proteger al usuario? ¿Quién regula al regulador? Dónde quedan las políticas antilavado y qué hacemos con los impuestos, etc.

Pero lo que sí es importante tener en cuenta es que a través de la blockchain se puede servir al mundo desde cualquier lado y funciona el arbitraje regulatorio. Los países que creen ámbitos propicios pueden recibir mucha inversión. Uruguay es un país con estabilidad política y económica, gran capital humano (somos exportadores de software), y la Ley de Zonas Francas que está creada justamente para esto. En definitiva, estamos bien parados para beneficiarnos con estos cambios, ya que no lideramos el paradigma actual y tenemos mucho más para ganar que para perder.

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