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Emprendedores y emprendedoras uruguayos: intenciones y actividad emprendedora (PARTE V)

En los artículos previos analizamos la evolución de diversas actitudes que se asume que tienen impacto en la intención de emprender de las personas. A su vez, vimos que una parte de quienes tienen la intención de emprender terminan pasando de la intención a la acción.

La intención de emprender de las personas se mide en el Global Entrepreneurship Monitor (GEM) a través de una pregunta que se formula a los encuestados. La pregunta es: “¿Tiene usted la intención, solo o con otros, de iniciar un nuevo negocio, incluido cualquier tipo de autoempleo, dentro de los próximos tres años?”. El indicador se construye partiendo de las respuestas afirmativas con relación al total, una vez haciendo los ajustes estadísticos pertinentes.

En el Gráfico 1 se muestra la evolución de la intención de emprender con relación a la TEA, que es la tasa de actividad emprendedora más usada por el GEM. Alguien podría sostener que sería más adecuado usar la tasa de emprendimiento por oportunidad, pero, al hacer referencia a planes que se prevén concretar en el futuro, no parece razonable ya que se trata de un caso en el que es inherente la inmediatez. Hemos incluido, asimismo, otro indicador: la diferencia entre la tasa de actividad emprendedora de un año y la tasa de intenciones emprendedoras del año anterior. ¿Cómo debería comportarse esa diferencia? Si no existieran cambios en el ambiente que incidieran en la traducción de las intenciones emprendedoras en actividad emprendedora, esta tasa debería ser estable. Si no hubiera factores de peso que inhibieran el pasaje de la intención a la acción, esta tasa debería ser baja. En resumen, un ambiente estable para el emprendimiento en el que la actividad emprendedora no enfrente grandes obstáculos debería presentar un nivel bajo y estable de esta tasa.

Lo que observamos, en cambio, es que la diferencia es alta e inestable. La tasa de intenciones emprendedoras subió fuertemente entre 2006 (14,8 %) y 2010 (26,1 %), manteniéndose más o menos en el mismo nivel en 2011. Entre puntas, la tasa de intenciones emprendedoras aumentó un impactante 20 %. En 2012 cayó 15 puntos. En los años subsiguientes se recuperó y se ha mantenido en un nivel en torno al 27 %. La tasa de actividad emprendedora recién reaccionó al aumento de las intenciones emprendedoras en 2011, con un salto muy importante (cinco puntos con relación al año anterior), para luego mantenerse en los siguientes años en un nivel unos o dos puntos por debajo (alrededor del 14,8 %). Este comportamiento se ve reflejado en la variable de diferencia. Se observa que aumentó todos los años hasta 2012, para luego caer y después mantenerse, a partir de 2014, en torno al 12 %.

Gráfico 1 – Intenciones emprendedoras y actividad emprendedora

Fuente: Centro de Emprendimientos del IEEM/GEM Uruguay

Veamos qué pasa cuando analizamos separadamente hombres y mujeres. En el Gráfico 2 se presenta la tasa de intenciones de emprender entre las mujeres, la actividad emprendedora femenina y el índice de diferencia. El comportamiento de las variables es similar al que observamos a nivel global. El índice de diferencias llega más alto aquí, a un 26,4 % y luego se estabiliza a partir de 2013 en torno al 10,9 %.

Gráfico 2 – Intenciones emprendedoras y actividad emprendedora femenina

Fuente: Centro de Emprendimiento del IEEM/GEM Uruguay

En el Gráfico 3 se ve la intención y actividad de los hombres. Aquí el comportamiento presenta algunas diferencias. La evolución de las intenciones emprendedoras no presenta un crecimiento ininterrumpido, si bien llega a 46,3 % en 2010, 10 puntos por encima de la tasa femenina. La diferencia más importante es que las intenciones emprendedoras, luego de caer, se han recuperado mucho (llegaron a 42,91 % en 2015) para luego volver a caer. En la tasa de diferencia lo que observamos es que la diferencia no se ha estabilizado. En los últimos tres años la tasa ha estado bastante por encima del 10 % femenino (24,2 %, 13,1 % y 18,1 %).

Gráfico 3 – Intenciones emprendedoras y actividad emprendedora masculina

Fuente: Centro de Emprendimiento del IEEM/GEM Uruguay

Para finalizar, analicemos la evolución de las intenciones emprendedoras de mujeres, hombres y totales. Los datos se presentan en el Gráfico 4. Un dato muy interesante es que las intenciones emprendedoras entre los hombres fueron superiores a las de las mujeres hasta 2011. En ese año, la tasa femenina superó a la de los hombres (36,4 % contra 34,0 %). Esa situación no se volvió a dar hasta 2018, año en el que las tasas están muy próximas (27,5 % entre los hombres y 27 % entre las mujeres). El tema es que las intenciones no se traducen en acción de igual forma entre hombres y mujeres. Tomando el promedio de las tasas de todo el período 2006-2018, la actividad emprendedora entre los hombres es equivalente al 58,3 % de la tasa de intenciones emprendedoras femeninas. En el caso de las mujeres ese porcentaje es 45,8 %, es decir, la “traducción” de intención a acción es menor. Si tomamos solo los datos de 2018, esos porcentajes son 70,6 % para los hombres y 45,7 % para las mujeres.

Gráfico 4 – Intenciones emprendedoras entre hombres y mujeres, y totales

Fuente: Centro de Emprendimiento del IEEM/GEM Uruguay

Conclusiones

El aumento sostenido del nivel de intenciones emprendedoras termina reflejándose en aumentos sustantivos de la actividad emprendedora, pero la evidencia histórica indica que eso ha sucedido cuando la tasa de intenciones emprendedoras alcanza tasas del 35 % a nivel global. Las intenciones emprendedoras entre los hombres fueron históricamente superiores a las de las mujeres, pero se ha dado un proceso de convergencia desde 2015 que ha llevado a que las tasas sean prácticamente iguales en 2018. Sin perjuicio de ello, la actividad emprendedora como porcentaje de las intenciones sigue siendo mayor entre los hombres que entre las mujeres.

Autores

Responsable del GEM Uruguay y profesor de Economía Política en

Ph.D. en Gobierno y Cultura de las Organizaciones, Universidad de Navarra; máster en Dirección y Administración de Empresas, IEEM, Universidad de Montevideo; contador público, Universidad de la República (Uruguay); licenciado en Administración, Universidad de la República (Uruguay); GloColl, Harvard Business School.

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