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Liderazgo con resultados: El caso de Lee Kuan Yew

Singapur tiene un PBI de USD 397 000 millones (2021), casi siete veces el PBI de Uruguay (USD 59 300 millones en 2021). Tiene una población de 5,5 millones versus los 3,5 millones de Uruguay, por lo que el PBI per cápita de Singapur es más de cuatro veces que el de Uruguay. Esto no siempre fue así. En 1960 el PBI per cápita de Uruguay era de USD 5474 y el de Singapur de USD 3503, el 64 % del de Uruguay.

¿Cuál es la causa de este éxito? Podemos procurar explicarlo estrictamente en base a las medidas adoptadas, pero ese enfoque sería incompleto y llevaría a una conclusión errónea. Un factor fundamental en el éxito de Singapur es una persona: Lee Kuan Yew. Se trata de un caso en que la importancia del liderazgo lleva a desestimar cualquier explicación determinista.

Lee Kuan Yew nació el 16 de setiembre de 1923, hijo de una tercera generación de inmigrantes chinos que se asentaron en Singapur. Existía una gran afinidad de su familia por la cultura británica, razón por la cual fue a una escuela inglesa en Singapur. Sus estudios se interrumpieron por la ocupación japonesa de 1942, pero años después estudió Derecho en Inglaterra. A su retorno, se dedicó a representar a sindicatos. En 1954 fundó el Partido de Acción Popular (PAP) del que fue su primer secretario general.

En 1959, después de que los británicos relajaran el régimen colonial y permitieran el autogobierno, ganó las primeras elecciones generales que se celebraron en ese país, siendo esta la primera de nueve elecciones consecutivas victoriosas a lo largo de 31 años. Lo sucedió en el cargo Goh Chok Tonk, quien lo designó ministro senior. El tercer primer ministro fue Lee Hsien Loong, hijo de Lee Kuan Yew, quien asumió el cargo en 2004 y designó a su padre ministro mentor, cargo vitalicio que ejerció hasta su muerte en 2015.

¿Cuáles son las características de su liderazgo que explican su excepcional desempeño? A continuación, analizaremos algunos atributos que entendemos tuvieron un papel destacado en el resultado final.

Un factor fundamental en el éxito de Singapur es una persona: Lee Kuan Yew. Se trata de un caso en que la importancia del liderazgo lleva a desestimar cualquier explicación determinista.

Una visión inspiradora

Lee Kuan Yew expuso su visión de Singapur en una forma breve y clara, pero muy potente: Un oasis del primer mundo en una región del tercer mundo. La implementación de esa visión exigía definir planes de muy largo plazo. Los planes de desarrollo de Singapur contenían una serie de fases, cada uno con sus objetivos específicos. En el punto de partida, Singapur carecía de recursos naturales y mano de obra calificada. Su objetivo allí fue procurar la radicación de empresas multinacionales para procesos intensivos en mano de obra de bajo nivel de calificación. Para el logro de ese objetivo diseñó políticas que apuntaban a crear un clima amigable y atractivo para la inversión extranjera, en el contexto de una región que estaba saliendo de una fase colonial.

El pasaje a la siguiente fase exigía el desarrollo de capacidades en el factor humano y para ello Singapur invirtió fuertemente en educación. Como resultado de ello se fueron desarrollando otros sectores de actividad de mayor nivel de complejidad. Singapur agregó al sector petroquímico y de electrónica de ensamblado el farmacéutico y el de servicios financieros, entre otros.

La tercera fase en la que se encuentra embarcada Singapur es el desarrollo de capacidades emprendedoras en su población. Las grandes multinacionales generaron una cultura laboral en la cual la población busca empleo en esas grandes empresas. Esto debilita las capacidades de desarrollo futuro.

 

El orden como requisito de partida para el progreso

Cuando Lee Kuan Yew llegó por primera vez a Londres como estudiante quedó impactado por los puestos de venta de diarios. No había ningún control, simplemente una pila de diarios y un lugar para que las personas dejaran el precio, nadie controlaba que efectivamente se pagara. Lee Kuan Yew comentaba que eso lo veía como reflejo de una sociedad realmente civilizada. A pesar de ello el sistema que diseñó no tenía base en la confianza de los estándares de conducta de los ciudadanos, sino de un conjunto muy estricto y duro de penalizaciones que ha resultado muy efectivo. El ejemplo que se ha vuelto famoso ha sido la prohibición de venta de goma de mascar. La explicación es sencilla: era casi imposible limpiar las manchas que dejaba la goma de mascar en los lugares públicos. En el equilibrio entre la libertad individual y el bienestar colectivo la balanza está fuertemente inclinada hacia este segundo.

Lee Kuan Yew expuso su visión de Singapur en una forma breve y clara, pero muy potente: Un oasis del primer mundo en una región del tercer mundo.

Pragmatismo

Singapur es un país que ha implementado políticas económicas liberales, pero existen excepciones importantes y muchas experiencias previas en su historia cuando se siguieron otras orientaciones.

Cuando Singapur se independizó de Gran Bretaña, el único recurso con el que contaba era su puerto. Los ingleses retiraron su base naval, la cual generaba el 20 % del PBI y una parte muy importante del empleo de la isla, llevando el desempleo al 14 %. Lee Kuan Yew identificó la ausencia de un mercado doméstico como un tema crítico para resolver, en sus propias palabras Singapur “enfrentaba tremendos problemas con muy poca oportunidad de supervivencia. Singapur no era un país natural, sino creado por el hombre, un puerto comercial que los británicos desarrollaron en el punto nodal de su imperio marítimo internacional. Heredamos una isla sin interior, un corazón sin cuerpo”[1]. Por esa razón en 1963 promovió activamente la unión con Malasia y partes de Borneo para formar la Federación de Malasia. Rápidamente la relación entre Singapur y el gobierno central se deterioró, en buena medida por la férrea defensa de los intereses de Singapur por parte de Lee Kuan Yew. Fueron expulsados de la federación en 1965. Con lágrimas en los ojos, Lee Kuan Yew declaró: “Es un momento de angustia. Toda mi vida, toda mi vida adulta, he creído en la integración y unidad de los dos territorios”.

Desde 1959 a 1965 Singapur había tratado, infructuosamente, de implementar la sustitución de importaciones. Luego de su expulsión buscó en la integración a la economía mundial una vía para resolver este problema.

Lee Kuan Yew no llegó, pues, al modelo que finalmente se implementó por una vía ideológica, sino que fue el resultado de una sucesión de pruebas en las cuales fue clave la aceptación de los fracasos y la necesidad de buscar nuevas orientaciones.

Lee Kuan Yew no llegó al modelo que finalmente se implementó por una vía ideológica, sino que fue el resultado de una sucesión de pruebas.

Creación de una identidad

Entre el 74 % y el 77 % de la población de Singapur es étnicamente de origen chino, el 14 % malayos y hay un 8 % – 9 % de indios, consecuencia de la migración india de 1819. Se hablan cuatro idiomas (mandarín, tamil, malayo e inglés). El riesgo de tensiones étnicas quedó en evidencia durante el período en el que Singapur integró la Federación de Malasia (1963-1965).

¿Cómo crear una identidad en un país sin historia y con una gran diversidad étnica, cultural y religiosa?

La primera cuestión para Lee Kuan Yew fue desarrollar en la población el sentido de pertenencia. En 1960, se comenzó a construir viviendas subsidiadas. El propósito no era solo generar empleos. Lee Kuan Yew explicaba que cuando se le pide a alguien que arriesgue su vida para defender su país necesita algo tangible que proteger, su hogar. Las viviendas públicas se convirtieron en una norma en Singapur y hoy en día más del 85 % de la población vive en ellas.

Otro aspecto importante fue la integración, y Lee Kuan Yew estableció un régimen de integración forzada. El reparto de pisos de protección oficial se realiza con base en dichas cuotas, lo que lleva a que el porcentaje de chinos, hindúes y malayos en cada uno de ellos refleja la composición de la sociedad. Estas cuotas, asimismo, se aplican en la propia administración, en los negocios e incluso en algunas actividades de ocio.

La mayoría de los miembros del parlamento se eligen en equipos de cuatro a seis, cada uno de los cuales debe tener candidatos de las minorías. De esa manera se aseguran de que haya representantes de todos los grupos étnicos.

También aquí el balance libertad/convivencia en el sistema implantado por Lee Kuan Yew está fuertemente inclinado hacia la convivencia.

El liderazgo de Lee Kuan Yew se desarrolló en un contexto histórico y geográfico específico. Las fórmulas empleadas no son replicables, pero eso no quiere decir que no existan aprendizajes. En primer lugar, un líder muestra un futuro ilusionante y transmite la confianza de que es alcanzable. La incrementalidad no invita al sacrificio y la utopía termina en la frustración y la desesperanza. Un futuro ilusionante se traduce luego en planes de largo plazo consistentes. En segundo lugar, la vida en sociedad implica equilibrios entre la libertad individual y los derechos de los demás. Todo líder debe definir su posición al respecto y sus decisiones deben ser coherentes con las definiciones adoptadas. En tercer lugar, todo líder comete errores, pero los grandes líderes los reconocen y aprenden de ellos. Por último, el liderar implica generar objetivos no solo comunes, sino también compartidos.

Autor

Responsable del GEM Uruguay y profesor de Economía Política en

Ph.D. en Gobierno y Cultura de las Organizaciones, Universidad de Navarra; máster en Dirección y Administración de Empresas, IEEM, Universidad de Montevideo; contador público, Universidad de la República (Uruguay); licenciado en Administración, Universidad de la República (Uruguay); GloColl, Harvard Business School.

Profesor de Análisis de Decisiones y Sistemas de Información en

Ph.D. en Informática, Universidad de la República y en Computer Sciences, INRIA (Francia); máster en Dirección y Administración de Empresas, IEEM, Universidad de Montevideo; máster en Informática, Universidad de la República (Uruguay); ingeniero en Computación Universidad de la República (Uruguay); GloColl, Harvard Business School.

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